Archivo de la categoría: Heterosexual

Un buen mañanero!!!

Publicado en

Les cuento qué estoy reciclando la casa que me dejaron mis abuelos. Casa antigua, un montón de cosas para hacerle. Llamé a un amigo que anda en el tema para que me recomendara un oficial albañil para empezar con los cambios.
Al día siguiente, tipo 9 de la mañana me tocan el timbre, fui abrir en ropa de cama, pensé que era mi madre. ¿A quién más se le puede ocurrir andar de visita tan temprano?…
Al abrir me topé con un desconocido; el joven albañil que me habia hablado mi amigo. Con la tasa de café en la mano, y con la otra en la puerta; lo hice pasar a la cocina para comentarle mis ideas; y escuchar sus sugerencias. Mientras me tomaba el desayuno lo escuchaba con atención, y él no paraba de mirarme las tetas (no tenia corpiño) y el pijama es de tela fina, y la verdad que se traslucía bastante. Ni lerda ni perezosa le empecé a re ojear el bulto, el morocho estaba bueno, y si hay algo que me calienta es ver a la gente uniformada ó con ropa de trabajo, como era en este caso.
 
Mientras el hablaba con mi lengua limpiaba la gordura de la lechita que me había dejado mi desayuno…
Debajo del pantalón de grafa veía crecer su «monstruito». Madre de Diossssssss como crecía esa bestia.
El flaco ni lerdo ni perezoso me pidió permiso y limpió mis labios con sus dedos. Lo miré y le dije: «soy re chanchita» .
 
Llevó sus dedos hasta mi boca y me los introdujo suavemente, le agarré la muñeca y manejé la situación; en un vaivén lamí sus dedos y ni bien los saqué me tomó de la cintura y me subió a la mesada.
Nos comimos la boca, ambos de labios gruesos, imagínense lo que fue eso; «una catarata de saliva» , me arrebató la parte de arriba del pijama y tras halagarme las tetas me las amasijo brutalmente, si, un poco tosco el muchacho pero bien calentón como me gusta a mí.
 
Me bajó el pantalón me abrió las piernas y me corrió la tanga, a esa altura mi conchita estaba empapada. Hundió su cabeza en mi «tesorito» y enseguida su lengua cobró vida, mientras un par de dedos entraban y salían de forma excitante de mi vagina hasta estallar embadurnándolo con la miel de mi sexo. Con su lengua en forma de pala levantaba mi acabada alzando su cabeza y abriendo la boca ostentando lo recaudado como el mejor de los trofeos.
 
Su cara de satisfacción fue magistral! Luego de semejante chupada yo no podía ser menos. Opté por bajarme, quedamos frente a frente, me miró y me dijo: «qué putita hermosa sos» y me dió un beso de esos que piden «cogida» urgente y con toda la sensualidad en mis manos le saqué la camisa desprendiendo 1 a 1 sus botones llevándola hacía atrás hasta lograr que cayera al suelo. Posé mis manos sobre su pecho belludo y jugué por unos segundos con sus tetillas para luego agacharme quedando enfrentada a su majestad que a esa altura pedía a gritos ser librado de tanta tortura.
 
Sin bajarle la mirada le desprendí el cinto y los botones del pantalón, liberando a la bestia que yacía
prisionero de su propia perversidad. Llevaba puesto un mini boxer de color negro con blanco. Llevé mis manos sobre su bulto por sobre la prenda y pude sentir el latir de su excitación, lo estimulé durante unos segundos antes de quitárselo. Yo no sé si hacía mucho que no cogía o qué pero una vez que lo libré del boxer su pija saltó endemoniada.
Tremendisimo pedazo de pija tenía el hijo de puta! Se la tomé entre mis manos haciéndole sentir la presión de las mismas que ni llegaban a envolverlo, y eso no es poco decir, a ojo de buen cubero sin miedo a equivocarme estimo que debe andar entre los 5.5 y los 6 de circunferencia, sin embargo el largo no era ostentoso, era más bien standar. (Hermosa pija para mamar)
Incliné un poco mi cabeza y bajé directo a comerla, llenaba toda mi boca, hacía tiempo que no me comía una tan gorda, le pegue una mamada que en su vida se va a olvidar de mí. Su cara, sus gestos trasmitían el placer recibido; en un momento me jala del pelo y se apodera de los movimientos; y en un mete y saca constante culminó dentro de mi boca.
Me rebasaba la leche por las comisuras de mi boca. Terrible acabada! Lo miré y con un gesto sugestivo me pase la lengua limpiando mis labios y tragandome todo resto de semen.
-Wow Nena eres buena tirando la goma! Sos divina! –
Nos largamos a reir los dos.
Me paré y me dispuse a ponerme el piyama, en ese momento él me miró y me dijo:
– ¿No me vas a dejar cogerte? Te voy a pegar una sacudida que no vas a querer que me vaya jaja-
Vamos a ver quién deja sin aliento al otro…
– Dale! Me gustan los desafíos-
Para cuando dijo eso ya estaba con el pito duro otra vez.
Y ahí nomas me dio vuelta, me apoyé contra la mesada, abrí mis piernas y me dispuse a gozar…

Momentos inolvidables…

Publicado en

 

Un encuentro fugaz, el tiempo no es nuestro mejor aliado. Pero siempre encontramos un momento para disfrutarnos.
Mis brazos buscan tu cuerpo…
Mis manos lo encuentran y te rodean…
Tus brazos me abrazan tan fuerte que puedo advertir el calor que desprenden los poros de tu piel increíblemente se acelera el ritmo de mi respiración mezclándose con la tuya.
 
Con tu mirada de cristal me induces a transitar por tus zonas prohibidas, explorar tus cavidades y zambullirme en tu humedad gobernando tus suspiros.
 
Abrazo tu sensualidad y tu te estremeces como olas en el mar.
Mis manos moldean una a una tus lineas palpando el mapa de mis deseos.
 
Eres el timonel perfecto que me traslada al universo de mis fantasías.
 
Me guío por tus latidos al rozar tu vulnerabilidad y sigo navegando en el interior de tus profundidades hasta verte arder en mi hoguera imaginaria y muero de placer al ver el destello de tus ojos que me miran extasiados…

Masajitos y algo más (relato)

Publicado en

Me llamo Martina, y tengo 23 años. Hace 2 años que me recibí de masajista profesional; hago masajes descontracturantes; relajantes y también hice un curso de masajes deportivos. Esencial para aquellos que hacen algún deporte, como hobbie o profesional.
Pero cuesta llegar a la gente si no recomendada.

Cuando recién me recibí comencé a atender en la casa de mis padres, dividí el living, que era demasiado grande, típico de las casonas antiguas. En ese entonces no me daba para mudarme sola, o para alquilar un espacio propio. (Hoy por suerte ya tengo espacio propio)
Entrar en algún instituto o spa acá en mi ciudad si no tenes «cuña» es casi imposible. La tuve que luchar mucho, pero valió la pena.

Cuesta darse a conocer y hacerse de clientela, comencé atendiendo a familiares y amigas, mis fieles y amadas amigas… las que siempre están cuando las necesito, y yo estaré siempre que me necesiten.

Ellas comenzaron a recomendarme a sus allegados, y así poco a poco empezaron a llegar a mi gabinete; madres, abuelas, tías, hermanas, las mujeres de la familia, por lo general. (Y muy a las perdidas algún masculino mayor, pero muy de vez en cuando)

Generalmente llegaban con contracturas de cuello, espalda, ó con el famoso dolor de ciático, qué ocasiona esos molestos e insoportables dolores, y algunas que otras damas llegaron por prescripción medica por estrés.
Las pacientes/clientas alaban la fuerza en mis manos, se asombran al verme delgada, me creen frágil, ja ja y nada que ver.  Algunas con una sola sesión quedan satisfechas, otras vuelven a repetir hasta que sus males se disipan.

Un día me sorprendió un llamado, era un hombre, (Ariel) por su voz se notaba que era más bien joven. Dijo que Mariana (mi prima) le había hablado de mí al comentarle que por las noches le daban calambres en los gemelos, generalmente los días que entrenaba, (tenis) ésto le provocaba una situación de estrés tan grande que luego no podía volver a conciliar el sueño, y en ese momento fue donde Mariana le recomendó que me llamara y sacara un turno. Le quise dar turno para el día siguiente pero prefirió no esperar, me imploró si lo podía atender esa misma tarde, en verdad yo estaba media complicada, tenía 3 turnos dados y tenía cita con la ginecóloga a última hora. Pero lo pensé bien antes de decirle que no; y le dije que si venía puntual lo atendería último, antes de mi cita con el ginecólogo (esa es otra historia que algún día contaré je je)

Y tal cuál lo pactado en aquella llamada; llegó puntual. Ni bien abrí la puerta me pegó un vistazo general, y se quedó parado en la puerta, atónito sin decir nada ja ja. Me clavó la mirada en el escote de mi chaqueta, que como verán no tengo un gran tamaño de lolas, pero tampoco soy chata, (90)
Debajo una calza, y unas botas con taco chino, que son las más cómodas para permanecer de pie mucho tiempo.

Era muyyyyyy lindo, y muy grandote! (Que bien se pasó mi primucha en recomendarme, je jele debo una grosa)

Lo salude cordialmente con beso; a modo de presentación, como lo hago cuando vienen por primera vez, y sin más preámbulos lo hice pasar al cambiador, una especie de privado donde descanso, escucho música o miro algo en la tele mientras espero entre un turno y el otro. Es un espacio amplio, en el centro del mismo una mesa ratona donde coloco algunas velas perfumadas, y un par de amuletos para captar la buena energía y alejar la mala. También tiene un sillón donde pueden dejar sus pertenencias, como también si prefieren pueden hacerlo en el perchero. Y una lampara de pie antigua que le secuestré a la nona para darle un toque retro al lugar. La compañera de ésta la tenía en un rincón cerca de la camilla de masajes junto a la repisa donde tengo todos los insumos.

Luego de unos segundos apareció desnudo, bah casi; de no ser por el bóxer. (Para la lesión que se venía a tratar era lógico que se quitara el pantalón, pero no hacía falta quedarse con el torso desnudo; eso lo hizo para presumir, el tipo se sabe un ganador) A mi se me caían las babas, y sí chicos, nosotras también sabemos reconocer un buen lomo. De cara no es lindo, pero zafa, buena boca, bien formada y de labios voluminosos; digamos que está ciento por ciento comestible.

Le expliqué las opciones que podía elegir en las diferentes técnicas de masajes y sus valores.  (Había omitido aclarárselo por teléfono) Optó por el masaje completo, el más relajante y completo de todos y por ende el mas costoso. Creo que él ya venía pensando en hacerse un masaje corporal completo y ahí entendí el porqué de la remera.

El problema era que estaba re jugada con el tiempo. En fin, me debía a mi trabajo y con éste cliente tenía la oportunidad de destacarme; para que me recomendara-, y de llegar a otro público, y si eran deportistas mucho mejor. Puse lo mejor de mí, lo tomé como un buen exponente a los que pudieran llegar en un futuro inmediato.
Para los que no saben el cuerpo de un hombre es más difícil de trabajar que el de las mujer, da mucho más trabajo lograr el efecto deseado.

Es muy común entablar conversaciones con los pacientes, generalmente comienzan a hablarme de sus dolencias y terminan sacando cualquier tema, y o incluso sus problemas personales, mal de amores, y otras yerbas ja ja  Y Ariel no fue la excepción justamente. (Por suerte, porque me interesaba saber de él, de chusma nomas) De fondo sonaban estas melodías.

Era una mole. Cuando se recostó en la camilla la abarco casi por completo; en ancho y en longitud. Su cuerpo era totalmente fibroso, marcado, carente de vellos, favorable para quienes hacemos este trabajo porque el vello se interpone entre las manos y la piel del paciente absorbiendo el aceite balsámico que se usa para aflojar tensiones y lograr una mejor relajación. Y pensé: «la pucha que me va a hacer transpirar este vago»

Estaba nervioso, le transpiraban las manos, le pedí que se relajara, que para eso había

Cerra los ojos. Escucha la música, e imagínate qué estás en algún lugar paradisíaco disfrutando de la suave brisa que roza tu piel, te acuestas en una hamaca paraguaya contemplando el paisaje, sumérgete en él y  no los abras hasta que te sientas relajado.

Bajé la intensidad de las luces y aumente el volumen de la música, y comencé con la sesión…

Arranqué por sus pies, luego fui subiendo por las pantorrillas, relaje sus gemelos preparándolos para usar luego el ultra sonido. Seguí subiendo, siempre con ambas manos en paralelo recorriendo los músculos en toda su ramificación. Yacía sereno, estaba como ido; hasta que llegué a su entrepierna trabajando el recto interno, claro, estaba a pocos centímetros de sus genitales. Abrió los ojos grandes y por el resto de la sesión no me quitó la mirada. Al llegar a la zona de los pectorales me tuve que colocar detrás de su cabeza e inclinarme un poco sino no llegaba. Y claro; fue inevitable que sus ojos se insertaran de lleno en mi escote.
Si a eso le sumamos mis manos por el pecho y hombros con un masaje ligero y envolvente el pobre no pudo controlar su excitación. Desde arriba tenía una vista privilegiada, fui su única y fiel testigo de una leve erección. Fue incómodo para mí, de esos momentos que no sabes que decir. Preferí hacerme la tonta y cambiar el clima.
(Le pedí que se diera vuelta para relajar el cuello los omóplatos y la espalda)
Me miró avergonzado, su erección no cesaba y comenzó a inquietarse.

-Discúlpame! Es la segunda vez que me atiende una mujer, pero muy por el contrario a vos: era gorda vieja y fea. Y siempre me atendí con Fernando Hurtado con él eso no me pasa nunca ja ja

Está bien! No te preocupes! Cerrá los ojos y trata de concentrarte en la música como hace unos minutos.

-No mejor no! Prefiero ver cómo me lo haces. “El masaje, obvio” – dijo con un tono entre suave y murmullo

Bueno, como gustes; igual boca abajo no vas a ver mucho ji ji (Largue una risita) y seguí con mi trabajo.

Arranqué por sus pies, luego fui subiendo por las pantorrillas, relaje sus gemelos preparándolos para usar luego el ultra sonido. Seguí subiendo, siempre con ambas manos en paralelo recorriendo los músculos en toda su ramificación. Yacía sereno, estaba como ido; hasta que llegué a su entrepierna trabajando el recto interno. Abrió los ojos grandes y por el resto de la sesión no me quitó la mirada. Al llegar a la zona de los pectorales me tuve que colocar detrás de su cabeza e inclinarme un poco sino no llegaba. Y claro; fue inevitable que sus ojos se insertaran de lleno en mi escote.

Si a eso le sumamos mis manos por el pecho y hombros con un masaje ligero y envolvente el pobre no pudo controlar su excitación. Desde arriba tenía una vista privilegiada, fui su única y fiel testigo de una leve erección. Fue incómodo para mí, de esos momentos que no sabes que decir. Preferí hacerme la tonta y cambiar el clima.
(Le pedí que se diera vuelta para relajar el cuello los omóplatos y la espalda)
Me miró avergonzado, su erección no cesaba y comenzó a inquietarse.

-Discúlpame! Es la segunda vez que me atiende una mujer, pero muy por el contrario a vos: era gorda vieja y fea. Y siempre me atendí con Fernando Hurtado con él eso no me pasa nunca ja ja

Está bien! No te preocupes! Cierra los ojos y trata de concentrarte en la música como hace unos minutos.

-No mejor no! Prefiero ver cómo me lo haces. “El masaje, obvio” – dijo con un tono entre suave y murmullo

¡Bueno, como quieras! Boca abajo no vas a ver mucho igual. (Largue una risita) y seguí con mi trabajo

La charla se tornó muy amena, lo típico; el paciente habla y yo escucho. Me hizo saber que había cortado con su novia y que llevaba varios meses solo.
Ingeniero agrónomo de profesión. Juega tenis y surfea cuando el tiempo y las olas se lo permiten.
Casualmente suele frecuentar el mismo boliche que yo; sin embargo no nos teníamos visto, y eso es bastante raro tratándose de una ciudad no muy grande.

Luego de relajar espalda y brazos, le dedique unos minutos a su cintura, con la presión de mis dedos sobre el nervio ciático se quejó, (Le había hecho doler).
– Ufff eso dolió y mucho Martina – (le explique que ahí se aloja el nervio ciático y si había dolor era porque estaba inflamado, que tendría que aguantar el dolor si quería que desapareciera)

– Nunca me había dolido antes.

Le expliqué que es bastante común que los pacientes se asombraran ante este malestar durante la sesión, y que de no estar inflamada la zona no debería doler y mis manos se sentirían como un suave y relajante masaje.

– ¡Está bien! ¡Comprendo! ¡Haz lo que tengas que hacer!

¡Ok! Le respondí con una sonrisa a medias.
Trabajé la zona con un ungüento que da un resultado casi mágico. (El mismo que usé luego en sus gemelos) Quienes sufren dolor de ciático y se hayan realizado sesiones de masajes sabrán que duelen los glúteos; zona que hay que masajear y masajear para aliviar. Cuando mis dedos se deslizaron por debajo de la tela del bóxer se me complicó porque tenía uno de esos ajustados, pegados al cuerpo.

¡Te lo podrás bajar un poco! Más que una pregunta sonó como una orden.

-¡Ojito! Con lo que vas a hacer con mi colita. Dijo haciéndose el gracioso.

¡Tranquilo! ¡Tranquilo! Solo haré mi trabajo.

Le apliqué una generosa cantidad de átomo desinflamante y con el ultra sonido masajee en forma circular hasta su completa absorción para calentar los glúteos y claro; este masaje es realmente placentero.
Soliviaba la pelvis producto del goce ocasionado, quizás pensó que se venía un masaje prostático que se yo, jajaja … Pero todo cambió cuando empecé a ejercer presión. Fue una trifulca constante entre excitación y dolor, lástima de no tener un espejo enfrente para ver su cara en ese momento…

Ni bien le pedí que se diera vuelta. Su mirada buscabala dirección de la mía, esperaba que le re ojeara el bulto, pero muy por encima de mi curiosidad mi profesionalismo era mi prioridad. Tomé una toalla y lo cubrí.

Encendí el ultra sonido y le trabaje la zona baja de las piernas, primero una y después la otra, luego fui subiendo en tramos pequeños hasta llegar a la ingle; “zona de peligro”, pero es parte del masaje. Luego y para finalizar el trabajo se hace manual. Calenté nuevamente mis manos con una generosa cantidad de oleó y con los nudillos de mis dedos relajé, luego procedí a usar toda mi mano hundiendo mis dedos lubricados sobre la parte previamente relajada.
Sus brazos permanecían relajados al costado de su cuerpo, pero sus manos no se podían contener, apretaba los puños, los abría y los volvía a apretar. La toalla se elevaba hacia el cielo mientras su mirada tildada permanecía sobre mi escote. Seguí ignorando su exaltación hasta que terminé la sesión.

– ¡Eso se sintió muy bien Martina! ¡Tienes unas manos fabulosas!

Ahora baja despacio y notarás que el musculo descomprimió. Estaba inflamado; y eso lógicamente produce mucho dolor.

Al bajar su toalla cayó al suelo, lejos de agacharse a levantarla se quedó halagando el masaje con su miembro a media asta.

Cúbrete y ve al vestidor mientras lavo mis manos…

Cuando volví permanecía desnudo

¡Por favor! ¡Que perderé el turno con el médico!

– ¡Ok disculpa! Lo había olvidado!

Mientras se vestía le consulté si iba a querer repetir la sesión; “a lo que me respondió:
-¡Por supuesto! Sólo puedo en “este” horario, no te olvides… No me la perdería por nada del mundo (mencionó tímidamente)

Esbocé una sonrisa y fui en busca de mi agenda para darle una nueva fecha. La misma por algún descuido yacía en el suelo por lo que tuve que agacharme; lejos de intentar ayudar y levantarla me estaba mirando el culo.

Con la llave en mano lo invite a retirarse. Y en lugar de irse se quedó parado y ofreció alcanzarme con el auto. Acepté sin dudar, estaba a sólo cinco minutos de mi turno.

¿Me esperas que voy al baño? Le dije conteniendo las ganas de orinar…

Me quite la chaqueta, me puse una remera musculosa y salimos del gabinete.

Al frenar frente al consultorio me acerqué para saludarlo y agradecerle por haberme alcanzado y el hijo de perra me corrió la cara, y el beso termino sobre su boca.

Me alejé unos centímetros de su cara, lo miré y le dije: esto lo padecerás en la próxima sesión…
¿Y cuál fue su reacción?

Con un ligero movimiento me agarro de la mano y para mi sorpresa me la llevó hasta su pija y dijo: y a vos te espera ésta! Baje del auto y me introduje en la clínica, con aquella respuesta en mi cabeza generando un sin fin de sensaciones…

El jefe! Relato Completo!!

Publicado en

JEFE

Luego de varias entrevistas y repartos de CV logré conseguir trabajo en una heladería.

Al llegar me atendió una mujer canosa de unos cincuenta y tantos años, me dijo ser la dueña de la heladería y me invito a pasar detrás del mostrador, en el sector de la caja. Me hizo algunas preguntas básicas y puntuales que respondí con seguridad gracias a mi experiencia como cajera en un supermercado. Me dijo que para ella estaba bien, pero que su marido era quien decidía,
Me acompaño hasta el despacho de él y entró sin golpear.
– Manuel esta chica viene por el puesto de cajera – Y sin esperar respuesta alguna se retiró golpeando la puerta; casi con bronca. (Percibí un ambiente áspero, tenso, como que habrían estado discutiendo minutos antes de mi llegada)
El señor vestía un traje oscuro, camisa blanca sin corbata. En apariencia al menos daba la sensación de ser menor que la esposa.

Sonrió y estiró su mano hasta alcanzar la mía.
Me pidió que tomara asiento señalando un sillón de pana negro con vivos rojos que estaba justo detrás de mí.
Como cualquier entrevista de trabajo fui concisa y contundente tal como lo indica mi CV.
El señor me hizo saber que estaba conforme con la entrevista y que le diera unas horas para poder corroborar cada una de las recomendaciones citadas en el CV.
Me despedí de él y de la señora con la ilusión del llamado, necesitaba mucho ese trabajo.
Al día siguiente una llamada insistente en mi celular me despertó, lo atendí re dormida y sin tener idea que eran las 8:30 am. Era la Sra de la heladería para confirmar que el puesto de cajera era mío. La alegría me despabiló y salté de la cama preguntando cuando me tenía que presentar.
– Si pudieras hoy mismo a las 13:00 me harías un favor, estoy harta de tener que ir tantas horas…
Ok Sra! No se preocupé allí estaré!
Luego de colgar busqué a mis padres para contarles la noticia, ellos aun estaban en el cuarto, entré y empecé a saltar en la cama como cuando tenía cuatro años, jaja Con la diferencia que por entonces tenía 21 años y han pasado dos años desde aquel día que me cambió la vida para siempre…
Los primeros días estuve algo nerviosa, tenía miedo de hacer algo mal, sentía los ojos de mi jefe observando cada uno de mis movimientos, pero con el correr del tiempo me fui afianzando y el miedo fue desapareciendo, Ya no me importaba sentir que mi jefe me controlara; es más; hasta me seducía su mirada, cuando yo lo “pescaba” él bajaba la vista o miraba para otro lado tratando de disimular.
Desde mi llegada la señora se desentendió de la caja; rara vez iba y cuando lo hacía saludaba al personal muy amablemente con un beso a cada una y luego se dirigía a la oficina de su marido.
Atendiendo el local eran tres chicas (excelentes compañeras de trabajo). Reinaba la armonía, y en los lapsus que no entraba gente aprovechábamos para tomar algo y charlar. Pero mi jefe cada vez que podía me llamaba para pedirme algo, cuando no era un trámite era para que le haga un café. Empecé a darme cuenta que muchas de las veces que me llamaba usaba cualquier excusa con tal de que fuese a su despacho. Un día me animé y con tono de broma le dije que parecía más una secretaria que la cajera. je je
Al día siguiente como todos los días golpee, me anuncié y entré a su oficina para fichar; me pidió que cerrara la puerta, (quería hablar conmigo)
Debo reconocer que me asuste un poco, no tenía idea de que quería hablar.
De arriba de su escritorio tomó algo y extendió su brazo. “Esto es para vos linda”, hasta ayer no me había dado cuenta que estoy abusando de tu generosidad. Es por eso que te quiero obsequiar este presente a modo de disculpa, acéptalo por favor! Y si estás de acuerdo te hago un nuevo contrato agregando dos horas como mi secretaria y un aumento del cuarenta por ciento del actual.
Azorada por la propuesta acepte y tomé el obsequio; era un estuche negro con un elegante moño, al abrirlo me encontré con un anillo hermoso y muy delicado. Lo miré y le agradecí, pero no podía ser tan cara dura de aceptarlo tan fácil, le hice saber que estaba agradecida por el trabajo y le regrese el obsequio rogando me disculpara por haberlo hecho sentir mal por el comentario del día anterior.
Como todo un caballero no acepto la devolución, sacó el anillo del estuche tomó mi mano y me lo colocó. – mira linda! Perfecto! –
Sin soltar mi mano me preguntó si aceptaba su nueva propuesta.
Tonta tendría que ser para no aceptar, era una diferencia económica más que importante.
En agradecimiento beso mi mano mencionando que el contrato estaría listo al día siguiente.
Pensé; ¡copado y caballero el jefe!
Desde ese mismo instante mi mente se fue del lugar y comenzó a planear. “Me imaginaba yendo a vivir sola en un cómodo y lindo departamento; era mi sueño, y con ese trabajo podría lograrlo.

Al día siguiente entré más temprano cumpliendo con lo pautado con el Sr Manuel.
Lo salude, fiche como siempre y me puse a su disposición…
– Pasá y hazte dos cafecitos reina! Me acompañas con uno ¿verdad? –
¡Acepto Señor!
– Linda llámame por mi nombre, lo de Señor me hace sentir demasiado mayor! Ja ja –
¡Ok! Lo intentaré Manuel…
-¡Así está mejor!-
Mientras tomábamos el café me detalló algunos ítems de las cuales me tenía que hacer cargo a partir del nuevo contrato. Con los que aprobé sin dudar.
En cuanto llegó la fecha de cobro al tomar mi pago le comenté como al pasar que ya tenía destino, le dio curiosidad; y me sinceré al comentarle que el departamento que me quería alquilar costaba un poco más de la mitad de mi sueldo y que debía juntar un poco más para poder entrar, debido al mes de depósito más las expensas.
– ¿Qué te parece si te alcanzo hasta tu casa y me muestras el edificio en donde quieres alquilar? –
Acepté y lo guie…
-¿Y por qué tan lejos linda? ¿No has tratado de conseguir algo más cerca de la heladería?-
Si! Fui a ver varios por la zona, hay un par que me encantaron, pero el alquiler es muy caro, prácticamente se llevaría mi sueldo completo. ¡Imposible!
-Si me permites puedo ayudarte… Uno de mis mejores amigos tiene inmobiliaria y en una cena de amigos que tuvimos la semana pasada nos comentaba que le quedaba uno libre en un edificio a pocas cuadras del negocio.
¡Paro y lo llamo! –
Efectivamente tenía uno que acababan de desocupar. Y me llevó para allá. Era un edificio de fachada muy bonita. En el hall nos esperaba su amigo para mostrarnos el departamento. Ni bien atravesé la puerta pensé: es hermoso, demasiado para mí.
Al terminar de recorrerlo me pregunta si me gustaba. Obviamente mi respuesta fue un ¡ME ENCANTA!
– ¡OK! Será tuyo, pagarás lo mismo que por aquel que ibas a alquilar tan lejos de aquí. De la diferencia me haré cargo yo. Pero al menos un besito en agradecimiento ¿no hay? –
Estaba tan emocionada que me acerqué a la mejilla pero entre su altura y mi brutalidad nos rozamos más íntimamente; eso me dejó inquieta, Él solo sonrió.
Me llevó hasta mi casa y antes de bajar lo tenía que despedir, y dude si saludarlo con un beso o con sólo un “hasta mañana” pero él fue más rápido que mi pensamiento; estaba poniendo su mejilla a la espera de un beso, esta vez fui directo a su mejilla, no había margen de error, luego de besarlo me tomó la cara suavemente entre sus manos y me dio un beso en la frente. Le di las gracias nuevamente y me bajé del auto algo confundida.
Me preocupaba lo que fuesen a pensar mis padres cuando les contara de su ayuda.
Pero la suerte me jugó a mi favor, y por el contrario lo halagaron y se pusieron muy contentos por mí.
No me podía dormir; en mi mente daba vueltas ese primer roce accidental, y su boca besando mi frente. Ya estaba amaneciendo cuando me dormí.

Esa mañana llegué unos minutos más temprano; él aún no estaba. Prendí la computadora y como cada mañana me fui a preparar el café…, no lo había oído entrar; me asustó su presencia tan silenciosa; lo tenía justo detrás de mí.
Se sentó en su escritorio como siempre y el día transcurrió de forma habitual. Minutos antes de mi retiro quiso hablar del asunto del alquiler.. Por una cuestión de malos entendidos con su esposa no lo quería alquilar a su nombre, pero a cambio de ello se ofreció salir de garante.
Intrigaba y sin vacilar le pregunte porque me estaba ayudando.

-¿Tiene que existir un motivo? En realidad no tengo una respuesta concisa, eres mi empleada, quiero ayudarte y además te has ganado un pedacito de mi corazón. –
Me siento muy a gusto con el trabajo y le voy a estar siempre agradecida por ayudarme a independizarme y nada menos que a ese departamento tan bonito.
– Bueno, dejemos ese asunto y vamos a trabajar que hay mucho para hacer; y como si fuera poco tengo que llevar a Inés al aeropuerto. –

Esa noche Manuel no llegaba para cerrar la heladería. No podíamos cerrar sin que él jefe supervisara la caja como cada jornada.
Valeria una de las vendedoras se decidió y lo llamó a su celular.
El jefe mandó a decir que se podían retirar todos pero le pidió que me quedara yo. Era entendible, tenía que cerrar la caja en su presencia como cada noche.

Se fueron mis compañeros apagué las luces, cerré con llave y me fui a preparar café para sobre llevar la espera. Habrían pasado cuarenta minutos cuando lo oí llegar.
– Discúlpame por hacerte esperar linda – me dijo con un tono de voz culposo.

Cerramos caja revisando las salidas y entradas y se ofreció a llevarme. En el trayecto me comentó del viaje de su mujer, me hizo saber que estaría solo por un tiempo.
-No me gusta cenar solo, e imagino que también tendrás hambre. Conozco un buen lugar, ¿me acompañas? –
Si me espera a que me cambie de ropa lo acompaño. Le mande un mensaje a mi madre avisando que no cenaría en casa, (estaba junto a mi padre en el cine)

– Pero si así estás muy bien! no necesitas cambiarte –

Por supuesto que no le hice caso. Fui directo sin perder tiempo a lo que quería ponerme.

Era una hermosa noche de verano. Ideal para aquel vestido, sexy y elegante, pero sin ser provocativo, perfecto para la ocasión. Sandalias y cartera al tono completaban mi vestimenta.
Me solté el cabello, lo peiné y reforcé el delineado de mis ojos, que para esa hora ya no había rastros de él.
Volví al auto
– Estás muy linda con ese vestido! Gracias por aceptar acompañarme… –
Emprendió viaje hacia el restaurant, llegamos, cenamos y conversamos amigablemente sobre el negocio, las ventas, de mis compañeros, sintió curiosidad por saber mi situación amorosa y él me contó algunos sucesos de su matrimonio; sentí pena por él. (Parece ser que su mujer es una arpía que sólo le interesa gastar dinero).
Al dejarme en mi casa agradeció mi compañía con un beso confuso; no fue justamente en la mejilla.
– Lo siento! Me dejé llevar por un impulso…!-
Me alejé y me bajé del auto sin siquiera saludar. Me quedé en shock, no pude decir nada…

Mi corazón latía muy fuerte, y no podía borrar de mi mente ese beso a medias y más pensaba más me confundía. Era mi jefe, no podía verlo como un hombre, tenía que mantenerme al margen y ponerle un freno a mis pensamientos.
Me levante segura de lo que tenía que decir en caso que lo volviera a intentar una vez más…

Cuando llegue lo encontré a Manuel con un proveedor. Ni bien me vio entrar me pidió que les sirviera un café. Estuvieron reunidos por más de una hora. Yo me puse a trabajar en algo que había quedado pendiente del día anterior y cuando quise acordar comenzaron a llegar mis compañeros, ordene mi escritorio apague la computadora y me sume al plantel.
Fue un día por demás caluroso y por ende el trabajo fue constante. En un momento de merma fui al baño y estaba ocupado, era Vicky, una de mis compa, así que corrí hacia el privado de la ofi, no aguantaba más…
Me mande sin golpear, sin siquiera darme cuenta que Manuel no estaba en su despacho, al abrir la puerta me lo encuentro levantándose los pantalones, (ver a mi jefe en calzoncillos fue el peor momento de mi vida) no sabía cómo disculparme por mi torpeza mientras manoteaba el picaporte para huir de ese momento, el me hace un chiste, cargándome como que había entrado a espiarlo, y yo más roja me ponía.
-¡Ya está! ¡Ya salgo! – (Comentaba mientras se lavaba las manos)
No podía creer el momento de mierda que acababa de vivir, hasta se me fueron las ganas de orinar…
– ¡Entra linda! –
Entre con la cabeza gacha, no podía mirarlo a la cara después de lo sucedido…
Salí por el patio y entre por los vestidores (evite cruzármelo en el despacho)
A la hora del cierre se presentó en el local y dio la orden de salida a mis compañeros, bajó las persianas y quedamos solo él y yo, como cada noche, con el condimento extra de mis nervios por lo sucedido.
Al término nuevamente se ofreció a llevarme a casa. Pero no acepte, le invente que me venían a buscar mis padres y tras asentir con un gesto me acompaño hasta la puerta trasera para cerrar tras mi salida, su cara desorientada me hizo saber que esperaba un beso como saludo en lugar de un “hasta mañana” y salí de allí y respire una bocanada de aire profunda para relajar de la estresante jornada. Fui directo a la parada del micro que estaba a la vuelta de la calle para evitar que al salir descubriera mi mentira…
Fue tanta mi mala suerte que justo esa noche se le dio por agarrar para ese lado. Paró y se bajó del auto.

-¿Porque me mentiste? ¿Es por lo que ocurrió hoy? Fue un simple accidente. ¡No pasa nada! en serio, relájate chiquita y subí que te llevo –

¡No le mentí! Mis padres quedaron en venir por mí, pero seguramente se les complico, o se olvidaron. (No le iba a dar la razón, aunque creo que no me creyó preferí que se quedara con esa respuesta)

– ¡hermosa noche! Mencionó como para cortar el aire tenso que predominaba el momento
¿Quieres dar un paseo por la costa y respirar un poco de aire? Probablemente te quieres deshacer de mí y yo encima te pido que me acompañes –

No piense eso Manuel, de verdad nada que ver, acepto el paseo, vayamos…

Luego de recorrer la costa sin bajar del auto tomó el camino que lleva al rio, otra vista maravillosa de nuestra ciudad. Paró en un local de expendio de tragos que está junto al río; me preguntó lo que quería tomar y se bajó a comprar.
Se alejó unos metros del lugar y estaciono al costado de un farol para poder tomar tranquilos.
Abrimos la puerta del auto, entraba una brisa agradable de una noche con un cielo cargado de estrellas. Sin dejar de mirar el cielo y dándole la espalda dejé fluir el sentimiento genuino que me producía estar allí en ese momento, hasta me olvidé que el que estaba allí era mi jefe.
¡Qué placer! Me encanta admirar las estrellas y disfrutar de algo tan simple como una noche de verano…
El silencio reinaba tras mi comentario.
Me sorprendió su mano en el mentón, me giró la cara hacia él, quedando enfrentados.
Mi corazón acelerado bombeaba diez veces mas de lo normal…

Sus ojos se detuvieron en mi boca, y luego en mis ojos, buscó mi mirada y rompió el silencio.

– Romi no puedo ignorar lo que está pasando; me gustas mucho y creo no equivocarme pero a vos te pasa lo mismo. Muero por darte un beso, tan solo un beso –

(Se pegó a mi boca) Manuel no debería… no me dejó terminar la frase. Con su boca selló mis labios. Fue un dulce beso húmedo.

¡Me encantó! Me quedó el sabor de su trago en mi boca; mi corazón desorientado parecía quererse salir de mi cuerpo…

– Romi, perdóname sé que no debí robarte ese beso, pero no me pude contener. Tan linda; tan fresca y ese par de hoyuelos que se te forman en tu rostro cuando sonríes me tienen cautivado. Necesito que sepas lo que estoy sintiendo…

Bajo esa situación no cabía seguirle diciendo Señor. La relación jefe empleada había dado un vuelco impensado.

Todo lo que me decís Manuel es muy lindo, y estoy muy agradecida por tu gran ayuda, pero ponte en mi lugar, es demasiado confuso para mí, eres mi jefe y casado…

– ¡Lo sé linda! Pero a veces suceden cosas que nos sacuden, y aunque no correspondan pasan, y bueno, hay que asumir los riesgos del caso –

Ya en la puerta de mi casa me acerqué lo miré a los ojos y le dije: “creo que lo mejor sería olvidar lo sucedido”

Y tras mis palabras me envolvió la boca con la suya y nos fundimos en un beso consensuado. Me dejé llevar, me liberé y lo disfruté.

Tras ese beso, vino otro y otro hasta que decidí bajarme del auto porque sé que si seguíamos íbamos a terminar cogiendo.

Fue tremendo lo que con sus besos logró. Me excité de tal manera que manche mi tanga. Un tipo casado, mucho más grande que yo y encima mi jefe. Na na na ¡La cague!

Durante dos días consecutivos logramos mantener la postura, empleador, empleada. Trataba todo el tiempo de evitarlo; pero me era imposible; esas dos horas que estaba en la oficina eran una tortura; sentía su mirar constante, y en cuanto podía tocarme las manos o pequeños roces sutiles para que pareciera involuntario, eso me provocaba un cierto cosquilleo que me erizaba la piel, y él lo percibía y con una simple sonrisita me gozaba. Ambos nos moríamos por mandar la disciplina a la mierda.

Debo confesar que esas noches fantaseaba con él, me dormía imaginando que me hacia el amor en el auto, sobre el escritorio de la oficina, en el baño, en el patio, en todos los lugares posibles. Moría de curiosidad por saber cómo sería como amante.

Al llegar a la oficina del tercer día de aquella restricción me estaba esperando para ir a la escribanía por el contrato de alquiler.

Estaba feliz con la noticia, en agradecimiento lo abracé y le expresé mi alegría. Él; como otras veces tomó con sus manos mi cara y me besó en la frente.

-Bueno vamos que mi amigo nos está esperando –

A la vuelta y ya con la llave en mano no me cabía la sonrisa en la cara. Feliz de haber cumplido una de mis metas…

Estaba muy ansiosa por lo sucedido; tanto que no espere para hacérselos saber a mis padres, llamé y les conté la buena nueva. Quería que todos se enteraran de lo feliz que estaba…

Manuel me pidió que en la heladería tratara de que no se supiese de su ayuda.

– Es por tu bien linda –

¡Si! Creo que tienes toda la razón.

Me costó mantenerme callada, sobre todo con Cris, con ella hablábamos cosas que con el resto no.

Entramos por la puerta del fondo de la heladería para evitar rumores entre mis compa. Faltaban solo quince minutos para la apertura del local, ya no había tiempo para cumplir con mis tareas en la ofi. Por lo que fui directo al baño y después fui en busca de mi uniforme, y de ahí el resto del día fue trascurriendo de forma habitual.

Al llegar la hora del cierre y luego de que se marchara todo el plantel, volvimos a quedar solos, “él y yo”. Ahí estábamos; separados por tan solo una puerta, mientras contabilizaba lo recaudado inconscientemente estaba atenta a que esa puerta fuese abierta. Pero no fue así. Tuve que ir yo con la recaudación a su despacho.

¡Y ahí estaba mi jefe! Parado junto a notebook guardando unos papeles en su portafolios. Atractivo y elegante. Me seducía verlo aunque sea de reojo!

Tras golpear la puerta y entré.

Manuel te dejo la recaudación.

Se la iba a dejar sobre el escritorio, pero fue más rápido, me extendió su mano como para recibir el dinero y cuando se lo voy a colocar en la palma me tomó de la cintura y me puso sobre el escritorio.

Sin mediar palabra alguna me besó apasionadamente. Parado delante de mí con sus manos acariciándome tan suave y tan dulce…

¡Morí de placer! Aflojé mi cuerpo y disfruté de escuchar su respiración, de cada beso, y de cada caricia…

Una de sus manos se infiltró por debajo de mi remera y comenzó a acariciar mis pequeños senos por sobre el corpiño, logro tal excitación que mis pezones se erectaron de inmediato. Con la otra mano lo desabrochó; para prenderse con su boca a ellos… Jugueteaba con la puntita de la lengua y de a ratitos les daba pequeños mordisquitos y succionándolos… Mientras yo desprendía uno a uno los botones de su camisa dejándola caer al suelo. Ver su torso desnudo por primera vez y descubrir sus pectorales y brazos velludos le daba ese toque más varonil; un verdadero macho alfa. Acaricie sus pectorales, sus brazos, y aquella pequeña pancita hasta la encontré sexy.

Luego de intercambiar por un rato largo besos y caricias me tomó en brazos y me llevó al baño del privado.

-¿Te gustaría que te haga el amor en la bañera?

A esa altura lo que menos me importaba era el lugar. Mientras esperábamos que el agua cubriera la superficie de la bañera me iba desprendiendo y quitando el short. Me miró y susurró:

– ¡Eres perfecta Romi! Y esta tanguita mmmm está mojadita bebé. ¿Estas excitada mi amor? Te voy a hacer el amor tan rico que me vas a pedir más y más…

Como para que no si el hijo de puta formaba una especie de canaleta hundiendo sus dedos por sobre la tanga, esta se me infiltraba con sus dedos subiendo y bajando. Al fin decidió quitarme la tanga.

– Oh mi vida que hermosa conchita tienes, te la voy a comer toda! (Me dejo solo un pequeño bigotito. Odio los pelos. Los considero antigénicos)

Continuábamos de pie; junto a la bañera. Le desprendí el cinturón y desabroché el pantalón, el mismo se lo quitó; llevaba un bóxer a rayas blanco y negro, era lo suficientemente amplio como para permitirle mantener cómodamente su erección. Mirándome con sus ojitos lleno de deseo me pidió que se los quitara.

– Sácamelo y descubre todo lo que tiene tu jefe para ti.

Mmmmmm a ver, a ver mmmmmm

Ya sin la prenda su miembro quedó expuesto delante de mí, no muy largo, pero si gruesa, y con una hermosa cabeza grande y rosada. ¡Una grata sorpresa ante mis ojos! Y no lo hice desear, me senté en el borde de la bañera, y sin bajar mi vista y con la ayuda de ambas manos me lo llevé a la boca y fui apretando suavemente mis labios en forma de O hasta llegar al final de su gran tronco y allí comencé a disfrutar; me encanta hacerlo, no hay nada mejor que mamar un buena pija; se la comí como una putita hambrienta, con una de mis manos acariciaba sus bolas totalmente sin pelos, eso más me calienta mucho más, y con la otra mano acariciaba mis tetitas, pellizcaba los pezones. (Eso aumentaba mi excitación) Se dio cuenta de inmediato y colocó sus manos y comenzó a estrujar los pezones, pero no con la presión que yo deseaba.

¡Más fuerte Manu, más fuerte! No tengas miedo, me gusta sentir un poco de dolor en ellos.

– Ay mi vida que putita hermosa que resultaste ser…

¡Así! ¡Así! Siiiiiii chúpalas fuerte mmm ¡Así!

Me sacó la pija de la boca, soltó mis pezones y nos dimos un beso muy apasionado, el ansioso movimiento de su lengua denotaba su calentura, y de seguro él notó la mía. Me quitó el calzado, hizo lo propio y me introdujo en la bañera tomándome de la cintura. Luego se metió él; se acostó a lo largo.

– Siéntate en mi cara bebé, quiero sentir el sabor de esa hermosa conchita. Mmmm si pequeña delicia ábretela así puedo comértela toda mmmmm

Una vez que me senté sobre su cara sus manos me rodearon los glúteos presionándome sobre él. Me calentaba ver la pija desde allí arriba, le latía mucho. Tenía una pequeña curvatura hacia arriba y pensaba en lo rico que se sentiría dentro de mí y comencé a contornearme al compás de sus movimientos. Nunca antes me la habían chupado tan delicioso, su lengua se sentía exquisita, subía y bajaba recorriéndome el tajo en todo su esplendor. Estaba tan caliente y tan vulnerable que no paraba de moverme, hacia adelante y hacia atrás y circular. ¡Esto último me da un placer único!

Mmm ¡Jefe! Qué rico me la está comiendo aaaa aaaa aaaaaaaaa

– ¡Hay mi vida! Chorrean tus jugos bebé. ¡Una delicia!

Con ese meneo constante su lengua alcanzó el hoyito de mi ano, su lengua entraba y salía de él, me daba cuenta que a su paso si dilataba y su lengua iba alcanzando más profundidad…. Estaba experimentando sensaciones que nunca antes había sentido. Gemía constantemente extasiada de placer.

¡Uy siiiiiii cómelo así! Haaaaaaaa haaaaaaa haaaaa ¡Qué rico!

Con mis comentarios aumentaba su excitación y más se posesionaba. ¡Me hizo explotar! empezó a fluir como volcán en erupción.

– ¡Si bebé así! ¡Dame todos tus jugos! mmmm ¡Qué sabrosa mi muñequita!…. Podría pasar horas chupándote toda, tienes una almejita de lujo.

Me temblaba todo el cuerpo. Me incorporé y lo miré. ¡La flasheamos! Capo total Manu je je (y por primera vez fui yo la que buscó un besó)

– ¡Sigamos flasheando entonces; nena! Esto no acaba acá…

Se paró y abrió nuevamente el grifo. Se sentó en el borde y me señalo su regazo para que me sentara sobre él. Me acariciaba y me besaba con mucha ternura.

Cuando creyó conveniente cerró el grifo y fue el primero en entrar.

– ¡Mírame nena! ¿Te gusta mi pene? ¡Bien durito para vos! ¡Subí y cabálgame! Quiero sentir tu conchita caliente bajando y subiendo de él.

Tenía que aludir su pedazo para aumentar su ego. Todos los chicos con los que estuve sin importar el tamaño me habían hecho la clásica pregunta.

Me calentaba muchísimo escucharlo hablar así. Era como estar con otra persona, pero no, era el mismo jefe pero en la intimidad…

Coloqué una pierna de cada lado de su cuerpo dándole la espalda, luego fui bajando hasta quedar en cuclillas y allí permanecí unos minutos restregando mi sexo sobre su rostro.

¡Ahhhh delicioso!

Me propinaba unos lengüetazos tan exquisitos… Lamia conchita y ano de una sola lengüeteada.

¡Ufffffffff qué bueno sos!

No respondió nada, estaba centralizado solamente en darme placer…

Dejando la vergüenza en el olvido e involucrándome a pleno, solté la perra que hay en mí y le hice un meneíto sobre su pija; a esa altura latía con más euforia… Jugueteaba haciéndola rozar con los labios engrosados de mi vagina; hinchados por el deseo de montarlo y de poder sentir al fin su pija latente en mi conchita… Con una mano sobre la base del tronco ejercí presión, y me fui dejando caer comiéndome centímetro a centímetro el hermoso pedazo de pija que tenía en mi poder… ¡Mmm aquella sensación fue exquisitamente apabullante!

Lo comencé a cabalgar desquiciada, totalmente entregada. En esa instancia el sonido del agua jugaba un placentero y delicioso papel. Con sus manos inmersas de tanto en tanto me tomaba de las nalgas y sin dejar que la pija se saliera impulsaba las embestidas en aquel sabroso subí y baja provocándome gemidos constantes sin dejar de susurrarme en simultáneo al oído palabras calientes y prometedoras…

Me costaba seguirle el ritmo… Me había hecho acabar cuatro veces en aquella posición. Mis piernas acalambradas de tanto ajetreo y el seguía firme, y sin acabar. Estaba agobiada, quería hacerlo terminar. ¿Y qué mejor que acudir a la técnica del léxico vulgar para ello?

¡Dale papi! ¡Quiero sentir toda tu lechita dentro de mí! (ya lo sé, hicimos mal en no usar condón, pero se dio así, no fue algo planeado) Daaaaaaaale así! siiiiiiiiii así ¡ mmmm siiiiiii cogeme asíiiiii! Me encanta tener tu pija enterita tu pija y sentirla hasta el fondo! Mmmm ¡siiiiiiiii asíiiiiiii! ¡dame más duro, soy tu nenita, tu putita! Siiiiiiiiii dame tu lechita calentita! Me la quiero tomar todita; me la vas a dar papi? Me agarró de la cintura y me sacó, me quedé arrodillada en el agua y al grito de ¡DAMELA! ¡DAMELA! DAME…. Me la puso en la boca y cogiéndola literalmente empezó a gemir, liberando una cantidad impresionante de guasca que me trague y relamí gustosa. ¡Mmmmm qué rica Jefe! Me paré lo miré y le mostré como me había tragado toda su lechita y relamí el contorno de mis labios limpiando lo que pudiese haber quedado en ellos, le sonreí y lo besé, y sin pensar probó su propio semen, semen que sabía DELICIOSO!

Luego de ese beso exquisito nos quedamos abrazados y en silencio unos segundos; podía sentir aún sus latidos acelerados…

-Muñeca sos la putita más hermosa que conocí en mi vida- Qué buena cogida me diste princesa! Infernal! Y prepárate porque en la próxima te voy a hacer el amor…


Si llegaron hasta acá es porque les gustó je je Gracias, mil gracias por leerme y si te copas hazme saber si te gusta, o dame tu critica, todo es bienvenido!

La insaciable (1ra parte)

Publicado en

Tamy tenía tan solo 22 años cuando se casó con Edgardo de 48, a pesar de los 26 años de diferencia hacían muy linda pareja, porque él a pesar de su edad estaba muy bien físicamente y no los aparentaba.

A pesar de haberse casado enamorada; a Tamy la sedujo el buen pasar que éste tenía. Era un prestigioso empresario muy querido por su entorno y sus colegas. Pero lo cierto es que por su trabajo debía ausentarse del país por periodos bastantes largos. Durante los primeros años Tamy lo acompañaba gustosa,  no era para menos,  llevaba una vida glamorosa como pocos…

Llevaban una vida sexual plena, Tamy era una mujer de sangre latina, ardiente, siempre predispuesta a saciar su apetito sexual, y Edgardo nacido bajo el signo de Aries, el fuego le brotaba por los poros, cumpliendo a la perfección con las necesidades de su amada y joven  esposa.

Al cumplir los 28 de ella y 54 de él decidieron buscar un hijo, el mismo no tardó en llegar, y antes de cumplir los 29 tuvieron a Martina.

Con la llegada de la beba dejó de acompañarlo en sus largos viajes, quedándose en su lujosa mansión rodeada de empleados que la asistían cada vez que ella los necesitaba.

Durante los primeros meses de vida de Martina  Tamy había perdido el interés por el sexo.  Se sentía agotada, su beba le absorbía toda su energía.

Cuando su esposo regresaba de sus viajes lógicamente llegaba desesperado por hacerle el amor a su bella mujercita, ella no dejaba de cumplir con su rol de esposa – amante, pero no con la vehemencia que la caracterizaba como la “mujer fatal”, que era antes de dar a luz a Martina…

Edgardo se daba cuenta de ello, pero no le recriminaba absolutamente nada, lo entendía como parte del proceso, y amaba a sus 2 mujercitas más que a su vida misma…

Edgardo realmente era un hombre muy afortunado, muy astuto para los negocios, cada paso que daba su cuenta en el banco seguía creciendo y lógicamente eso lo entusiasmaba. Pero eso lo alejaba cada vez más de su familia, los viajes eran cada vez más largos, pero era consideraba que era el precio que le tocaba pagar para dejarle a su única heredera la mayor fortuna posible.

Tamy empezó a sufrir la ausencia de su esposo, lo extrañaba, la nena con sus casi 2 años era vigilada tiempo completo por dos asistentes, siempre rodeada de gente, pero ella se sentía sola, perdida en esa gran mansión que la sedujo tanto la primera vez que piso su suelo. Sentía que debía hacer algo con su vida además de ser la madre de Martina y comenzó a anotarse en cuanta actividad la tentara.

Eso en principio la tenía entusiasta, pero no alcanzaba para contentarla.

Generalmente por las noches y en la intimidad de su alcoba el deseo irrefrenable se posesionaba de su cuerpo. Se dormía cada noche  autosatisfaciéndose para calmar su propia sed.

En una de las tantas llamadas de Edgardo a su mujercita este le avisa que su viaje se extenderá unos días más de lo planeado. Ella se quiebra y  le transmite llorosa lo que le estaba ocurriendo, pero como no podía modificarlo éste le propuso  cerrar los ojos y que fuera haciendo lo que él le fuera diciendo. Tamy  comprendió enseguida de que se trataba y acató de inmediato el pedido de su amado… Cerró los ojos y así emprendieron en un juego de palabras que los fue sumergiendo en un placentero y desbordante deseo que los llevó a culminar extasiados y felices por la experiencia vivida.

Cada tanto recurrían a esta metodología para apagar la sed del otro, luego le sumaron la cámara, y ya no solo se escuchaban sino que también se veían masturbándose para el otro.

Ya casi se había convertido en una obsesión para Tamy y cuando Edgardo no podía conectarse por alguna razón ésta se conectaba a Internet buscando algún caballero que quisiera hacerlo junto con ella como lo hacía con su marido.

 SIGUE…

El cumple de Anto (escrita en personaje masculino)

Publicado en

Somos amigos desde hace mucho tiempo, los dos nos dábamos cuenta de la gran atracción sexual que teníamos por el otro. Pero por respeto a nuestra amistad nunca nos habíamos insinuado nada. Algunas miradas cruzadas, pequeños roces; esos que te erizan la piel al mínimo contacto con el otro, pero todo en el más absoluto de los silencios. Cuando estas cosas nos ocurrían siempre alguno de los dos, disimuladamente, sacaba un tema de conversación para cortar el nerviosismo que nos provocaban estas situaciones.
Ese día para mí era “especial” era el cumple de Anto, mi mejor amiga.
Iba ya en mi auto rumbo a su casa cuando mi celular me avisa de un nuevo sms que al leerlo decía:
– Te estoy esperando.
Espero que hoy sí me des “el regalo” que hace tanto tiempo estoy anhelando. Hoy por ser mi cumple me decidí a decírtelo. Creo que sabes muy bien de lo que te estoy hablando, vos lo deseas tanto como yo.
Cuando terminé de leer el mensaje estacioné en el primer lugar libre que encontré.
Creí que estaba alucinando. Lo volví a leer pausadamente, y sí!!! Era justamente eso lo que decía. Me extrañó muchísimo porque Anto es muy conservadora. La novia ideal para presentarle a cualquier padre y que se enamoren de ella tanto como yo. Desconocí esta faceta desenfrenada, atrevida.
Para colmo me había puesto un pantalón de jeans que tiene las costuras blancas dobles, haciendo contraste con la tela (me fascinan ese tipo de pantalón, están re copados), pero esa noche noté que me apretaba bastante, principalmente en la zona de mis genitales: me los marcaba demasiado, producto de mi instantánea excitación por tremenda sorpresa.
Al llegar a su casa, toco el timbre y me recibe con un beso rozando mis labios y diciendo:
– Pasá!!!

Los chicos están en el quincho, al fondo, y mi familia cenando adelante en el comedor, por si quieres ir a saludar.
Estaba bellísima. Con unas calzas negras bien pegadas al cuerpo, realzando su figura, su cola saltona parecía quererse salir de su cuerpo, una cola para enmarcar. Arriba se había puesto una remera blanca escotada con cuello volcado, que dejaba ver debajo un top de igual color, marcando sus turgentes pechos, pero sin mostrar demasiado. Completando su vestimenta se había puesto unas botas que dijo estrenar ese día, regalo de la mamá, con un tacón importante. La recorrí con la mirada una y otra vez, mientras pensaba, hoy será el día que al fin pueda tener ese cuerpo desnudo para mí. Mi sueño se me estaba por hacer realidad.
– Bueno, vamos -dijo ella.
Y entramos a recorrer el largo pasillo que nos llevaría donde los demás. Ella iba adelante como guiándome. Su andar me volvía loco, su culo me había hipnotizado, cuando de repente se frena de golpe a mitad del pasillo, se da vuelta y con voz melosa me susurra al oído… “Lo que estás mirando con tanta insistencia hoy puede ser todo tuyo, si lo quieres, claro”.
Como si hubiera estado leyendo mis pensamientos.
_ Desde luego que quiero!!! Es más… lo he estado deseando desde siempre, solo que nunca me anime a decirte nada…

Pero al fin llegó el momento, hoy será nuestro gran día…

Te haré el mejor de los regalos…
Comimos y bebimos. Las botellas vacías inundaban la mesa y el alcohol nuestra sangre. Durante toda la cena refregó suave pero intensamente mi muslo con el suyo… casi llegaba a la entrepierna; y se detenía en el límite del mantel para no ser muy evidente ante los demás. Ella lo sabía, mi excitación aumentaba con cada uno de sus eróticos roces.

Inmediatamente terminada la cena, me guió hasta su habitación con su sola mirada. En el camino nos encontramos con un total descontrol: parejas acurrucadas que nos anticipaban lo que nosotros también íbamos a consumar. Pero ocurrió algo… quizás por darse cuenta que en ese momento estaba al mando de la casa, tal caos le provocó una furia irascible que por poco destruye mis ilusiones… sentí desesperación al ver que su magnífico culo se alejaba cada vez más. Sin embargo, su furia rápidamente me devolvió las esperanzas cuando, muy enojada, me dijo:

_Salgamos… no aguanto más. Vamos a tomar algo al pub que está cerca de tu casa.

Los chicos escucharon y se prendieron a su propuesta. Al final, fuimos todos, y creo que se notó cuánto ello me molestaba; aunque dudo que comprendieran el porqué. Al final, resignada, Anto aceptó que salgamos todos juntos. Nunca le gustó la obscena obviedad; siempre prefirió la sensual sutileza de los detalles ínfimos y calientes.
Mientras yo saludaba a los parroquianos conocidos que a esas horas todavía despuntaban el vicio, Anto y los demás ocuparon una mesa de pool…

No habrían pasado ni diez minutos cuando ella, tironeándome del brazo, me acerca a su lado sacando trompita como haciendo puchero recordándome que era su cumple y que no era de esa manera la que quería festejar, diciéndome

_ vos sabes lo que quiero!!!

Vayámonos disimuladamente de acá, ahora que están todos entretenidos.
Y efectivamente huimos del lugar. La adrenalina se adentro en nuestros cuerpos perturbados y lujuriosos, invadiéndonos por completo.
Salimos con rumbo incierto, de lo único que sí estábamos seguros era que queríamos poseernos sin perder el tiempo.

Una vez fuera del pub la tomé de la mano y nos subimos al auto pensando que mi casa era el albergue propicio para descargar todo lo que habíamos engendrado.
Ya como es costumbre en mí y a modo automático le di play al reproductor que comenzó a sonar Viejas locas “Me gustas mucho” (como si lo hubiera preparado) jaja
En el trayecto fuimos prodigándonos toda clase de mimos posibles alimentando nuestra calentura. Al llegar busqué como loco las llaves de mi guarida, pero sin obtener éxito: seguramente se cayeron de mi bolsillo al correr hasta el auto.

Ya era muy tarde y el tiempo no era nuestro mejor aliado. No había llevado demasiado dinero conmigo ni tampoco las tarjetas de crédito como para ir en busca de un hotel alojamiento.

Alce la mirada buscando la aprobación de ella… la miré con cierta congoja por lo sucedido trasmitiéndole mi pensamiento.
Nuestra reacción fue instantánea… buscamos nuestras bocas apasionadamente fundiéndonos en un beso ardiente, como queriendo apagar el fuego que nos quemaba hasta el alma.

Nunca creí que llegaría ese momento, lo había soñado infinidad de veces, pero esa vez no fue un sueño, estaba despierto, la tenía frente a mí, era sus labios los que estaba besando, los que tanto he deseado.
Mis manos hurgaban en su larga y rubia cabellera, se notaba en su rostro que le gustaba sentir mis dedos escurriéndose entre ellos. Dejé sus cabellos y la tomé de la cintura atrayéndola hacia mí, era la primera vez que la tenía tan cerca, “la deseaba”.
Mi excitación era evidente, las costuras del pantalón me ajustaban tanto que me hacían doler. No parábamos de besarnos, en un momento salí de su boca para explorar con la mía su cuello, lo llené de besos, su piel se sentía muy suave, a medida que la humedad de mi boca entraba en contacto con ella desprendía un exquisito aroma que aumentaba mi libido aún un poco más…
Anto estaba excitadísima, su respiración iba incrementando a medida que nuestros cuerpos se entregaban por completo, introduje mi mano derecha en aquel escote que siempre había observado con timidez, rodee sus pechos con devoción, ella mordía su labio inferior evidenciando la sensibilidad que en ellos tenía. Mi mano izquierda acariciaba su cintura con la yema de mis dedos, pero quería hurgar un poco más… lentamente la fui deslizando bajo sus prendas, de golpe noté como que se le había puesto la piel de gallina y si sintiera escalofríos, ahí me di cuenta que era porque mi mano había alcanzado su espalda recorriendo su columna vertebral hasta la nuca, haciendo firuletes con mis dedos como si fueran un pincel. Indudablemente estaba por dibujar mi mejor obra…
Fue entonces donde ella se permitió empezar a jugar. Sus tibias y temblorosas manos buscaron mi bragueta acariciándome por encima del pantalón; susurrándome al oído: _ te deseo tanto… quiero ser tuya esta noche.
Sentir aquellas palabras con la calentura que me las trasmitió y con su dulce voz provocó en mí la lujuria total.

Me descontrolé por completo, despertando mi instinto salvaje le arranqué de un solo movimiento la remera y el top, grata fue mi sorpresa al notar que no llevaba corpiño. Estaba frente a los pechos más bonitos que había visto en mi vida, un tamaño perfecto para la medida de mis manos, redonditos y turgentes.

Los besé una y otra vez, ella susurraba lo mucho que le gustaba, como pudimos nos despojamos del resto de la ropa, recliné los asientos al máximo, la quería disfrutar por completo.
Besé cada parte de su cuerpo, “me sentí en el paraíso” con la poca luz que nos alumbraba desde la calle podía ver su rostro retozando de placer, Anto recorría mi cuerpo con sus delicadas manos, haciéndome estremecer por completo.
Cuando llegué con mi boca a su sexo, “lo ignoré”. Quería excitarla un poco más, rozando con mis labios apenas suavemente, recorrí su entrepierna, el contorno de su vagina, no pude contenerme más, deseaba saborear sus jugos. Cuando introduje mi sedienta lengua en su cavidad vaginal sentí una vez más ese escalofrió que le erizaba la piel. Ella llevó sus manos a mi cabeza y con sus dedos enredados entre mis cabellos me iba despeinando con cada lamida que le otorgaba, “sus movimientos eran mi guía”.

Y en cada succión que le propinaba a su clítoris entre mis dientes sus manos más fuertemente tiraban de mi pelo avisándome que estaba a segundos de eyacular.
Deguste hasta la última gota de su néctar, ella me lo entregó complacida, al mirarla me pareció vislumbrar una relajada sonrisa, como premiándome.

Elevé mi cuerpo para reencontrarme con su rostro, buscando su boca, en la mía quedaban aún algunos hilos de su miel chorreando por la comisura… la besé apasionadamente: si hay algo que me vuelve loco es que beban de sus propios jugos.
Cambiamos de postura quedando yo recostado en la butaca. Instantáneamente ella se agacho quedando en cuclillas frente a mí, tenerla totalmente desnuda así me enloquecía. Tenía la pija re dura, y los huevos ya me comenzaban a doler.

Cuando la tomo entre sus manos y me la empezó a pajear tuve que detenerla, no quería acabar, quería seguir disfrutando de aquel momento pero no sabía cuánto más podría aguantarme las ganas de eyacular.

La tomé de abajo de los brazos y la atraje hasta mí, se pegó a mi cuerpo, y la besé por unos minutos tratando de calmar mi ansiedad.
Anto tomo el mando de la situación y volvió a bajar pero ya esta vez no fueron sus manos las que se apoderaron de mi pedazo, sino su boca!! Empezó lamiendo en círculos mi glande, eh inmediatamente fue arrastrando con su caliente lengua por todo mi tronco hasta llegar a mis huevos, la lujuria fue más fuerte que yo y sin previo aviso le acabé en la boca, era nuestra primera vez y no conocía sus gustos, pero pareció que mi leche espesa y caliente le gustó demasiado porque se la trago toda, abriendo la boca en “O” me mostró que no había quedado ni una gota de mi semen en ella.

Se enderezó y se me tiró encima:

-Ahora vos sentirás tu propio sabor.

Y nos comimos las bocas una vez más. Estábamos abrazados tratando de recuperarnos cuando nos sobresaltó el rington de su celular. Eran los chicos que nos andaban buscando, zafó diciendo que volvimos a la casa en busca de dinero.

Cortó y me miró a los ojos diciendo:

– esto no puede terminar acá. Mañana a la noche te espero en casa y la seguimos…

Sexo con Amor «sin comparación»

Publicado en

Tu boca entre abierta, tu lengua húmeda, en busca de la mía… la encuentra, y juntas entretejen los más dulces y sabrosos besos.
Lames y besas mi cara recordándome que eres mi dueño, «mi hombre» el único que puede poseerme.

Tu cuerpo fornido, excelso acoplándose al mío, se reconocen, se desean, se buscan, se encuentran…

Tu virilidad erguida me apabulla, me delira…

Mis manos lo acarician, lo masturban… Siento como se engrosa con mis estimulaciones.

Unas pequeñas gotas de jugo preseminal hacen de lubricante, mis dedos se resbalan, tu pene late y mi boca se desespera.

Mis labios bajan, mi lengua lo explora, lo seduce, lo incita, lo recorre, lo saborea; poco a poco se va perdiendo en mi boca, entra profundo, late en mi garganta, roza la tráquea, me atragantas, me da arcadas…

No dejas de mirar, gozas exacerbado viendo como llenas mi boca con tu miembro lujurioso.

Lo sacas y lo manipulas enérgico contra mis labios, das pequeños golpecitos sobre mi boca abierta, comienzan a chorrear hilos de saliva y no los quieres dejar caer, lo levantas con tu glande y lo comienzas a desparramar por toda mi cara.

Ya no me aguanto, lo quiero tener dentro de mí ser. Te miro, te beso, te sonrió picara, ya me conoces, sabes a lo que voy. Te gusta, te excita sobremanera vérmelo hacer…

Lo tomo con ambas manos, sosteniendo tu mirada, apoyo la punta del pene en mis labios vaginales, «están empapados, hambrientos», deseosos de recibirte. Empujo suave, sin prisa, muerdo mi boca, disfruto, entrego el mando y me dejo llevar…

Comienzas a deslizarte por mi sexo. Siento como entra cada centímetro de tu hombría; convirtiéndome en tu presa, como una estaca va penetrando sin tregua mi cuerpo jadeante.

Tus grandes manos aferradas sobre mis nalgas hacen presión en cada embestida, arrancando mis gemidos más profundos, sostienes mi cuerpo que no para de vibrar.

Tus jadeos se mezclan con los míos, el olor a sexo nos envuelve, tus piernas tiemblan, tu cara se transforma.

Estallamos de placer, nuestros orgasmos sincronizan de manera audaz. Me besas, me miras, me dices cuanto me amas.
Te quedas inmóvil dentro de mi cuerpo, lo disfrutas, lo disfruto, sabiéndonos el uno del otro nos quedamos dormidos hasta el amanecer…

Cita a ciegas

Publicado en

Estaba en el local en el que trabajo cuando suena el teléfono de mi compañera y ella a los gritos desde el fondo del local (deposito) me pide que lo atienda yo…
Una voz masculina pregunta por Pato (mi compañera); le digo que ella está ocupada y que no puede responderle cuando de repente me toma por sorpresa preguntando quien era la dueña de esa dulce voz!!!

Me dio risa, pero le dije mi nombre, y por cortesía le pregunte por el suyo, respondiendo que Pablo es el suyo, mientras el aguardaba la llegada de mi compi nos fuimos enganchando en la conversación, el unos años mayor que yo, tampoco eran tantos….
En un momento de la charla me interrumpe haciendo alusión de que le gustaría poder conocerme personalmente, que sería una pena que todo quedara en una simple conversación…
Con lo cual no supe que responder, me había dejado muda, tengo que asumir que soy bastante tímida.
Ante el gran silencio que se produjo a la espera de mi respuesta, vuelve a intentar persuadirme

_ ¿Aceptarías una invitación a cenar esta noche? …
Mi compañera que ya estaba a mi lado y escuchando parte de la conversación me hacia muecas insinuando que aceptara la invitación.

Pato me hacia reír…
Y tratando de disimular mi voz temblorosa para que no se diera cuenta de lo que sucedía…
(Ya hacia un buen tiempo que había terminado mi última relación de casi 2 años)
y no me pareció mala idea; no tenía compromisos con nadie, así que acepte.
Nos pusimos de acuerdo en el horario y sin más que decirnos le pase con ella y me dispuse a atender la clienta que entraba en ese momento.

Cuando nos quedamos a solas pudimos conversar sobre la “extraña situación” ella no dejaba de decir lo buen chico que era Pablo, amigo de su hermano mayor.

Faltando poco más de media hora para salir del trabajo entra un cliente al local… y mi pensamiento inmediato fue “que lindo es”…
Al preguntarle que anda necesitando
Me dice: creo que a vos, ante mi cara atónita esbozó una carcajada y me llamó por mi nombre. No podía creer que ese chico tan lindo fuese Pablo, el mismo chico con el que horas antes había conocido por teléfono…

Cruzamos miradas y algunas sonrisas, la saluda a Pato y se retira diciendo: te espero en el auto así te dejo trabajar tranquila…

Minutos más tarde y luego de hacer la última pasada por el toilette para algún que otro retoque cerramos el local y me subí a su auto.

Me pidió que eligiera yo el sitio donde ir a cenar, escogí uno muy acogedor, música suave y de luz muy tenue…
Un lugar que no es demasiado conocido porque está muy alejado de la ciudad.
Al llegar me felicita por el buen gusto;
El dice_yo no hubiese sabido elegir uno mejor.

Luego de una cena exquisita y donde nos contamos casi todo de nuestras vidas en una charla súper interesante, debo decir que no dejamos de comernos con la mirada
El dice_Que te parece si nos vamos a tomar un trago por ahí?
Al subir al auto
El dice: _desde que entré al local que me dejaste loco, ya por teléfono me atrapaste con tu dulce voz, muero por besarte…
y percibo que vos también lo deseas… en ese momento no hay mejor respuesta que el silencio…
Me tomo la cara con sus manos, me acaricio halagando mi suave rostro, y rozando con la punta de sus dedos recorrió mis labios como dibujándolos…
bajó por mi cuello y con los dedos escurriéndose bajo la blusa se topó con mis pechos; y haciendo círculos con la palma abierta sobre ellos logró mi cuerpo entero estremecer …

Y con mis erectos pezones al punto de sentir dolor, mezcla de placer y de deseo causó en mí una excitación incontrolable dejando escapar un profundo suspiro … que fue sellado de inmediato por sus labios carnosos y devorándome la boca como si quisiera calmar mis suspiros sus manos seguían recorriéndome toda!!!

Uno a uno fue desprendiendo los botones de mi blusa.
Despojada ya de ella mis pechos quedaron descubiertos ante su mirada devorante y sin mencionar palabra bajo su cabeza a la altura de los mismos y comenzó a jalar como cuán bebe muerto de hambre no deja de chupar; jugueteando con su lengua de pezón en pezón.
Y con sus manos escurridizas por debajo de mi falda corrió la tanga hacia un costado quedando mi ya mojada vagina a su entera disposición.

Introdujo un dedo luego fueron dos moviéndolos lentamente a la vez que los empujaba más profundo hasta que se perdieron en mi inmersa y húmeda conchita… y sintiendo el chasquido de sus dedos empapados de mis jugos entrando y saliendo de mi… su boca envolvía la mía y con su lengua desaforada refregaba con la mía que me provocaban un sinfín de estallidos orgásmicos… chorreando su mano.

Dejándome llevar por el éxtasis del momento gemí como una perra en celo devorándome su mano dentro de mí…

Su calentura era tan notable como la mía y me dice:
_ Linda vayamos a mi casa, dejemos la copa para después.
No pude decir que no,… también lo deseaba.

Al llegar a la puerta de su casa con la llave en la mano aun sin abrir nos besamos apasionadamente, éramos como un fuego difícil de apagar.

Una vez dentro de la casa me tomo el rostro con ambas manos diciendo…
_Te deseo, quiero hacerte sentir todo lo que me provocas, e introduce su lengua en mi hambrienta boca… los latidos de mi corazón se aceleraban, quedando parados frente al diván me desnudó sin dejar de acariciar una a una todas las partes de mi excitado cuerpo…

Haciendo lo mismo como copiando sus pasos comencé desabrochando los botones y quitando su camisa sin dejar de mirar sus ojos besaba y lamia sus tetillas, su rostro se desdibujaba de placer, eso me volvió aún más caliente, me agache poniéndome en cunclillas quedando a la altura de su notable pene erecto y deteniéndome en su cinturón desprendí la hebilla del mismo, desabroche el botón de su pantalón arrastrando las manos por sus abdominales sin despegarme de su piel baje su cremallera con mucha cautela y en un arrebato baje por completo el pantalón y el bóxer en un mismo envión , quedando su pene firme como una roca frente a mis ojos, inclinando su torso fue en busca de mi; y tomándome de los hombros enderezo mi cuerpo quedando enfrentadas nuestras caras, nuestras bocas y sin titubear me enredo con su lengua la mía haciendo de nuestras bocas una sola…

Sutilmente empujó suavemente mi cuerpo para que cayera sobre el diván, dejándose caer el sobre mí, y sin perder el tiempo amasijaba mis tetas a la vez que su boca se hundía en mi jugosa y palpitante vagina e intercalaba lamidas y mordisquitos a mi clítoris que a cada movimiento más tenso se ponía, mientras él me hacia acabar con su boca mis gemidos lo excitaban aun mas,… mis manos yacían sobre sus nalgas ejerciendo presión para hundir su cara más dentro de mí, logrando arrancarme un intenso y placentero orgasmo que mientras el se alimentaba de mi néctar conjuntamente cesaban los temblores que mi cuerpo emitían.

Ahora me tocaba darle placer a el, tomando con mis manos su falo lo llevé a mi boca recorriéndolo todo con mis labios y disfrutando de ese sabor tan rico que provoca la excitación varonil, baje hasta sus testículos jugué con ellos lamiéndolos como si fuera una deliciosa golosina, dejé de lamerlo y le empecé a propinar una suave pero firme paja con mis manos, así durante unos pocos minutos, hasta que viéndole a la cara note su mirada suplicante que me lo vuelva a llevar a la boca, y sin perder más tiempo me la fui comiendo suavemente, su tronco era bastante generoso, pero mi boca también lo es, me lo metí todo hasta sentirla en mi campanilla y unas arcadas que me sentía ahogar .
Me pidió que abandone a la vez que sus manos abrían los labios de mi vagina pasando unos dedos por ella sintiendo un “chasquido especial” de cuándo está sobrada en lubricación…
Al comprobar esto cambio sus dedos por su pene introduciéndomelo poco a poco disfrutando cada centímetro de el acompañando con movimientos pélvicos se fue perdiendo toda dentro de mí, mis músculos se contraían a la par de que mis gemidos acrecentaban, si que sabia moverse, metía y sacaba mientras succionaba mis pezones.

Cambiando de posición me puso en cuatro patas apoyando los pies en el piso y mis manos en el diván , abriendo mis piernas con sus manos dejaba mi vagina expuesta frente a el que se situó detrás para penetrarme desde allí a la vez que un dedo inquieto hacia de las suyas en mi ano, dándole más juego a la situación, con embestidas cada vez más potentes podía sentir sus testículos replicando en mi…

Su dedo fue devorado por mi culo que con sus movimientos circulares y cada vez mas penetrantes , mis insipientes gemidos no se hicieron esperar y como si nuestros orgasmos se hubieran puesto de total acuerdo estallamos en un maravilloso climax total acabando sincronizadamente.

Como broche de una brutal noche de sexo selló mis labios con un intenso y ardiente beso (de esos que nos gustan a las mujeres después de acabar) despertando nuevamente la fiera sexual que hay en mí …
Y así seguimos prodigándonos sexo desenfrenado durante toda la noche.

Al día siguiente y mucho más tranquilos fuimos a beber ese trago que antes me había invitado…

La dama y el vagabundo

Publicado en


Soy la esposa de un reconocido Juez. Su nombre es Sergio tiene hoy 61 años, y yo “María Eugenia” 43.

Antes de él había salido con otros 3 en mi adolescencia. Chicos de mi misma edad, totalmente pendejos y huecos mentalmente.

Al conocerlo a Sergio noté gratamente la disparidad y “me enganche”. En ese entonces la diferencia de edad ni se notaba. Pero hoy día se nota, y mucho.

Soy profesora de danza árabe y de patín artístico tengo 38 alumnas entre ambos cursos.

Y puedo decir que tengo un cuerpo privilegiado. Algunas amigas me dicen que me mantengo físicamente tan bien como a mis 25 años.

Y ¡sí! Tienen razón. Mis curvas aún innatas, mi cola y mis pechos firmes, sin estrías ni celulitis, mi piel fresca y tersa como la piel de mi hija menor que hoy tiene 14 añitos.

Pero claro, me cuido mucho,como muy sano, bebo mucha agua, voy al gimnasio 3 veces por semana, además de jugar al tenis con mis amigas en el club.

Me casé con él el día de mi cumpleaños número 21. Me deslumbró con su hombría y caballerosidad. Sus gestos y regalos me confundieron, creí estar perdidamente enamorada, pero poco a poco con el correr del tiempo ese encantamiento se fue diluyendo.

Luego llegaron los niños (3) y me quedé a su lado aún sin amarlo, por el cariño y respeto que le tengo, y porque es un padre ejemplar, y como marido también lo es, el problema es que yo no lo amo. Él dice amarme como el primer día, y le creo, porque me lo demuestra día a día.

Mínimamente hacemos el amor 2 o 3 veces por semana, (sexualmente es muy activo, para su edad. Siempre es él quién provoca la situación) yo no tengo deseos de hacerlo, pero no puedo negarme. No quiero que se dé cuenta que ya no lo amo.

Me conformo con la vida que me toca vivir, lo tengo todo, mis caprichitos son órdenes para él, nunca me cuestiona absolutamente nada, pero a veces pienso: que distinto hubiera sido sino me hubiese dejado llevar a solo 4 meses de conocernos por mis efusivos impulsos.

Había viajado sola, y paraba en un lindo y lujoso hotel que había reservado mi esposo por internet.

Una tarde iba caminando por corrientes rumbo al teatro en busca de una platea, para ver ese espectáculo que tanto me habían recomendado

Me quedaría tan sólo unos días; y quería aprovechar mis días a full.

De pronto se acercó un muchacho que rondaría los 30 años. Con un aspecto de abandono total, de cabellos negros, largo, barba de unos días, olía bastante mal.

Cargaba consigo una mochila en sus hombros y una guitarra entre sus manos.

Se acercó y se ofreció a cantarme una canción a cambio de unas monedas o de un sándwich.

Me apenó su estado calamitoso, y a pesar de tener unos bonitos ojos color café y de voluminosas pestañas noté en su mirada una gran tristeza.

En ese instante pensé en mis hijos, y no pude evitar quererle ayudar.

Le dije que no era necesario y lo invité a merendar a la cafetería de enfrente.

Pedimos un par de gaseosas y un par de suculentos tostados lo dejé comer tranquilo, no quise molestarlo ni hacerle preguntas que pudieran incomodarlo, pero por cómo se manejaba en la mesa parecía un muchacho de buenas costumbres.

Antes que yo lo hiciera se adelantó a presentarse

– Mi nombre es Luciano Almeida, tengo 26 años, y soy Mendocino.

¡Y permítame agradecerle señora por su invitación!–

-¡Luciano! Bonito nombre. El mío es Eugenia, y también soy del interior.

No me agradezcas.

Estoy en Buenos Aires sólo por unos días.

Iba al teatro a sacar una entrada para ver un espectáculo, ¿te molestaría acompañarme?

– Como podría negarme, será un placer oficiarle de guardaespaldas habiéndose comportado tan bien conmigo. Estoy a sus órdenes –

– Creo que no me has entendido muchacho, te estoy pidiendo que me acompañes a ver la obra. Después podríamos ir a cenar algo por ahí –

– Pero señora… ¿me está diciendo en serio? Me gustaría mucho, pero… no tengo ropa para la ocasión.

– Hace tiempo que ando vagando y mis pocas pilchas dan pena, gracias por el gesto, pero no podré acompañarla.

– Si ese es el motivo por el cual no podés, no hay problema, déjamelo a mí, lo soluciono fácilmente. Salvo que… no quieras acompañarme –

– En lo más mínimo señora, estoy encantado con su invitación –

– No se habla más del tema, vayamos a sacar las entradas y luego me encargo lo de la ropa –

Volvimos con las entradas en nuestro poder (a la mitad de la segunda fila, muy buena ubicación).Camino al hotel pasamos por una casa de ropa de una marca muy reconocida en la que yo ya había estado en la mañana comprando un par camisas para mi marido.

Como nadie me conocía no me importó lo que pudieran pensar, pero… como la casa se reserva el derecho de admisión les tuve que pedir aprobación para dejar entrar a ese vagabundo al cual yo deseaba ayudar comprándole algunas prendas.

El empleado excusándose se fue adentro a consultar a su superior.

Regresó dándonos la BIENVENIDA y pensé: -¡como se nota que los comercios están en crisis!-

Luciano me pidió que fuese yo quién eligiera lo que debía ponerse para la ocasión.

El vendedor trajo varias alternativas, y de diferentes estilos, me costó decidirme, así que opté por alcanzarle al probador 3 mudas completas, incluido los zapatos, medias y bóxer.

Cuando estuvo listo con el primer cambio me llamó para que lo viera.

Me sorprendió ver la transformación de una persona con tan sólo unos simples “trapos” nuevos.

– Cuando me pruebe el otro equipo “te” llamo – (cuanta confianza pensé… pero me divirtió que lo hiciera. ¡Me gustó!

-Me pareció escuchar desde el probador que Luciano me llamaba-

Me acerqué y corrí la cortina y ¡ohhhhhh sorpresa!

¡Qué lomazo!

De espalda muy ancha, vestido no parecía tener ese cuerpazo. Todavía no se había puesto la ropa, llevaba solo el slip (blanco) y las medias del mismo color, bueno… blancas habrán sido el día que las compró.

-perdón creí escuchar que me llamaste –

(No pude evitar que mis ojos se fueran directo a su bulto, era demasiado ostentoso, no pasaba desapercibido fácilmente) cuando me di cuenta que miraba fijo “ahí”, me puse colorada de inmediato, ¡qué vergüenza!

– no pasa nada señora – quédese ya que está acá, enseguida me cambio –

Creo que se dio cuenta, pero se hizo el “tonto” y encima llamándome “señora”.

Mientras se ponía el pantalón lo miraba por el espejo. Su cola es fantástica; redondita, y bien marcada, parecida a una cola femenina.

“Quién diga que no le atrae la cola de los hombres ¡MIENTE VILMENTE!”

Y esa colita tentaba…para lengüetearla y morderla largo rato. Y cabalgar sobre ese pedazo de carne mmmm

A mi mente llegaban pensamientos calientes y perversos, pasaban miles de imágenes, todas teniendo sexo en diferentes posiciones con él.

Me dejé de soñar despierta y aterricé en la tienda.

Le quedaba todo a su medida, así que saqué la tarjeta de crédito y le compre las 3 mudas. Sí las 3.Lo necesitaba…

Salimos de la tienda y nos fuimos al hotel.

Confesó que hacía tiempo que no entraba a un baño que no fuera público, y para ducharse tenía que pedir permiso en las estaciones de servicio y muchas veces se lo negaban.

Su historia de vida “desgraciada” me partía el alma.

El apart hotel era 5 estrellas y no le faltaba nada. Tenía todas las comodidades, incluso un bonito jacuzzi que pensaba estrenar esa noche. Pero debido a la presencia de Luciano descarté esa posibilidad.

Saqué las prendas de las bolsas, le corté las etiquetas y se la extendí sobre la cama mientras él se daba esa ducha que tanta falta le hacía.

Lo dejé sólo.

Bajé a tomar un trago al bar que está junto a la piscina, (había estado la noche anterior y me gustó mucho) no sin antes guardar todas mis cosas de valor en la caja fuerte. Por las dudas.

Dejé pasar 30 minutos y regresé.

Y lo encontré sobre el borde de la cama al lado de la ropa, (parecía otro).

Cubierto con la bata, acostado, estaba súper dormido, “lucia fantástico”, cara relajada, de facciones muy masculinas. Me imaginé que hacía tiempo que no se acostaba sobre un buen colchón.

Estaba prolijamente afeitado (se había sacado integra la barba).

Lo poco que dejaba ver la bata se veía de poco vello en el pecho, (me encantan, los osos me dan rechazo).

Me daba pena tener que despertarlo, además faltaba todavía más de 3 horas para la función.

Lo dejé dormir.

Yo me senté en el sillón frente a la cama y desde allí lo contemplaba… disfrutaba de su paz.

Pero mi curiosidad fue más allá de lo que la vista me devolvía.

Me paré del sillón y fui hacia la cama, mezcla de picardía, y de pánico, me aterraba pensar que se despertara y me encontrara en esa incómoda situación.

Me animé a deshacer el lazo que cruzaba su bata para poder tener mejor panorama…y vaya sí lo tenía.

No se había puesto ropa interior el hijo de puta.

Y tremendo pedazo de carne dormido le colgaba de entre sus piernas.

Fácil rondaba los 25 cm, y muy grueso, eso lo hacía doblemente más deseable. Acostumbrada a tener en casa un tamaño “normal”.

Me empecé a excitar de sólo verlo. Me sentí humedecer, mis dedos obedecieron mis pensamientos, y empezaron a hurgar en mi mojada conchita.

Desde que estoy con Sergio no había vuelto a tener contacto íntimo con nadie.

Desde hace años que me siento algo “asexuada” .Disfruto más conmigo misma, que teniendo sexo con mi marido.

Y en ese momento viendo el cuerpazo de Luciano me toqué hasta empapar mi tanga, y acabé imaginándome que era su boca la que recibía mi néctar.

Me incorporé rápidamente y le ajusté el lazo de la bata. Luciano seguía inmutable, nunca se entero de la pajita que me hice, gracias a él.

Salí disparando al baño, me metí en la bañera, y me quedé un largo rato allí.

Cuando salí del baño fui directo al cuarto, esperaba que Luciano ya se hubiese cambiado, pero para mi sorpresa seguía dormido.

Me ajusté la bata para asegurarme que no se desatara, y a fuerza de zamarreos; lo desperté.

-¡Vaya que dormías!-

– Perdón señora, ¡discúlpeme! me quedé dormido. ¡Qué vergüenza!-

– No te preocupes, está todo bien pero vístete que en un rato salimos.

– Mientras me voy a maquillar un poquito– (me fui al baño para dejarlo cambiar.

Cuando volví a la habitación ya estaba listo, ¡IMPECABLE! No pude contenerme y se lo hice saber.

Muy educadamente me agradeció el halago.

Le pedí que me esperase abajo mientras me cambiaba. Luego me uní a él.

Cuando llegué a la sala de estar se paró en un acto de caballerosidad. Me sorprendió y deslumbró.

No paraba de mirarme, y de decirme lo linda que estaba.

Me había soltado el cabello, lo tengo muy largo y ondulado, pero siempre lo llevaba atado salvo ocasiones especiales como la de esa noche.

Fuimos en el auto. Llevaba un desconocido a mi lado me sentía rara, pero a la vez eso lo hacía excitante.

Durante el transcurso de la obra disfrutamos en silencio; algún que otro ligero comentario, nada más. Salimos del teatro y ahí sí, intercambiamos algún que otro comentario sobre el espectáculo.

Mientras caminábamos en búsqueda de un sitio para cenar, lo tomé del brazo no sin antes de preguntar si le molestaba que lo hiciera.

Me hallaba cómoda, y muy segura, su figura imponente me daba sensación de protección.

Elegí un restaurante muy bonito, bastante despejado para la hora, un sitio cálido, de luz tenue, acogedor.

Ambos pedimos lo mismo: una parrillada con ensalada para mí y papas fritas para él.

Entre tanta charla se aflojó, y empezó a contar de su pasado. Estaba en Buenos Aires a causa de que su hermano mellizo falleciera en un partido de rugby del que él también pertenecía.

Dice que se enojó mucho con Dios y con el mundo entero. Por eso decidió irse de Mendoza, cambiar de aire, de gente…

También me contó que abandonó su carrera, trabajo, novia, todo.

No quiso saber más nada de todo aquello que le recordase a Lisandro (Su hermano).

Mientras lo contaba sus ojos se llenaban de lágrimas y en su carita se reflejaba su entendible tristeza.

Le hablé como una madre le hablaría a un hijo en estos casos. Traté de hacerle comprender (fui inútil) que la vida continúa a pesar de todo, y que su familia sufriría doblemente; la pérdida irreparable de un hijo, y el alejamiento de él.

Estaba muy cerrado, demasiado negativo para hacerle comprender en una sola charla lo que quizás llevaría meses de terapia.

Se excusó y se fue al baño. Al regresar cambie de tema, no quise insistir, preferí hacerlo pasar un buen momento, y que por lo menos por unas horas despejase su mente de todo aquello que tanto daño lo hacía.

Luego del postre llegó el infaltable café y con el quedaría concluida “la cita”. Pero me resistía a dejarlo ir, me daba ternura y a la vez intrigada quería saber más de él; conocerlo más a fondo.

No supe cómo encarar la situación, no sabía cómo darle a entender que no quería que la noche terminase allí.

Pagué y nos fuimos del lugar.

Luciano me preguntó si lo podía alcanzar hasta su “lugar”, una humilde pensión que compartía con gente de la calle como él.

Pero con el pretexto de que habían quedado sus cosas en el hotel lo llevé hasta allá.

Al llegar a la cochera le pregunté si sabía manejar, me dijo que sí, que en Mendoza había dejado un Fiat uno.

Entonces le sugerí que manejase él. Sin oponer resistencia alguna tomó las llaves y nos marchamos.

El trayecto no era muy largo.

En un momento me dijo:

-dígame que no estoy soñando, ha sido todo tan lindo… que si es un sueño no me quiero despertar. Hacía rato que no me sentía una persona normal, que no la pasaba bien, y mucho más todavía volver a sonreír.

-Me alegra haber sido yo quién te arrancara un par de sonrisas, qué por cierto es muy hermosa.

Y tutéame que no soy tan mayor. Mientras con mi mano tocaba su pierna.

¿Acaso te parezco una jovata? Tengo 43 y muchas ganas de disfrutar de la vida.

Había logrado quebrar la barrera de la seriedad, y estaba dispuesta a conquistarlo.

Había despertado la fiera que hacía tiempo estaba dormida en mí. Esa no he me sentía muy mujer, y necesitaba explotar al máximo mi conquista.

Me desaté de golpe. No crean que lo ayudé con segundas intenciones, porque no fue así. Pero algo en mi cabeza me hizo clic y simplemente deseaba pasarla bien, gozar, y vivir una noche inolvidablemente lujuriosa.

Y por primera vez engañar al aburrido de mí marido.

¡Sí por primera vez! Leyeron bien.

El chico era mi nuevo capricho, muy diferente a los que suelo tener normalmente: que me cambie el auto, algún tapado de visón que veía en el shopping, o una joya que me deslumbrase, o hacer algún viajecito de placer, entre tantos otros caprichitos que me concede amorosamente mi marido…

Qué fácil nos resulta sacarle lo que deseamos cuando están enamorados…

Con sólo hacerles creer que estamos perdidamente enamoradas y fingiendo como una actriz porno un par de buenos orgasmos; convenciéndolos que son lo máximo.

Luciano responde a mi pregunta anterior.

– Qué pregunta señora Eugenia. Me hace poner nervioso.

Mire si la voy a considerar una vieja con lo linda que es usted.-

– mmmm Te pusiste nervioso… ¿Te gusto, me deseas? –

Mi mano que seguía en su muslo comenzó a ascender con firmeza haciéndole sentir mis uñas de gata en celos.

¡y sí!

Entre el vino y la excitación que Luciano me provocaba estaba entregadísima.

Lo quería sí o sí en mi cama esa noche.

No me anduve con vueltas ni perdiendo el tiempo con histeriqueos estúpidos como una adolescente.

– Señora no me haga esto…

¡Por favor!

(Refiriéndose a la presión de mi mano sobre su pierna).

Voy a perder el control…–

-Justamente, es lo que quiero. Que te descontroles…

El cierre del pantalón te está pidiendo desesperado que lo liberes…

Y manoteé con entusiasmo su bulto dándole a entender que no se podía echar atrás.

¡Vamos!

Dejá la vergüenza de lado, podríamos pasarlo genial…

El muchacho desesperado clavó los frenos y estacionó el auto en el único hueco que encontró.

Alzando la voz dejó aflorar el macho que se ocultaba tras su apariencia sumisa.

-¡Ok!

¿Querés pija? vas a tener pija toda la noche. Me vas a tener que pedir por favor para que te la saque-

“No puedo explicarles como me calentó escucharlo… tan rudo y alterado”

-mmmm que prometedor sonó eso–

Se bajó el cierre y sacó la pija afuera, sacudiéndola orgulloso de tener semejante pedazo. Estaba totalmente erecta.

Por suerte la iluminaría de la calle se filtraba por las ventanillas ayudando para que no me perdiese ni un solo gesto.

Me miró, me agarró del brazo y me lo llevó hasta su pedazo, tomó mi mano y ejerció presión sobre su miembro diciendo…: – ¡dale pajeame! mientras manejo, perra –

Puso el auto en marcha y salió a las chapas para el hotel.

Agarré mi nuevo juguete y se lo empecé a estimular suavemente, de a ratos lo abandonaba para meter un poco más adentro mi mano y palpar sus huevos, así seguí hasta llegar al último semáforo en el que aprovechó para toquetearme. Se mandó por el escote y me estrujó los pezones, mmmm me encanta esa mezcla de dolor y placer.

Continué pajeandolo hasta que me sorprendió presionando con una mano entre el cuello y la nuca empujando mi cabeza hasta su pija.

– Quiero ver cómo te la comes. ¡puta! Trágatela toda. ¡yegua!–

– Siiiiiiiiiiii bebé la quiero sentir todita.

Mmmm ¡Pendejo!… –

(Desde que lo vi tirado en la cama deseaba sentir su pedazo en mi boca)

Glotona como pocas me la metí lo más profundo que pude, estirando al máximo mi lengua alcancé sus huevos. En ese instante cerró los ojos perdiendo el control del auto y dando un fuerte volantazo que me hizo ahogar con su pija.

Fue suficiente para llenarme la boca con su deliciosa y abundante leche, por suerte era más bien dulzona y me la tragué toda…

-¡Mostrame tu boca! Quiero comprobar que no haya quedado ni una gota de mi semen –

Por suerte no chocamos y pudo retomar sin problema alguno.

– Tengo que admitir que me sorprendiste, primero que no me imaginaba que irías a salir con esto, y segundo quéeeeeeeeeeee buena paja por Diossssss…

Sos muy buena chupando“mamita” me hiciste explotar como perro en celo.

¡Quiero cogerte ya!

– Síiiiiii bebé esta noche quiero ser tuya –

– Te voy a contar lo que me pasó en el teatro. Lo que menos hice fue ver la obra, porque me puse a fantasear con vos, imaginando que lo hacíamos en el ahí mismo, y me puse al palo, me empecé a sobar la pija por encima del pantalón. Estabas tan concentrada mirando que ni te percataste, ¡por suerte!

Imaginaba ser yo quién te insinuara algo, pero seguro no me hubiera atrevido. Nunca imaginé que una señora como “usted”, perdón, como vos se fuera a fijar en una rata como yo, además era faltarte el respeto, y abusar de tu generosidad, después de todo lo que hiciste por mí…

No puedo negarte que sos el estilo de mujer que me calienta y mucho –

-Si hubiera leído tu mente en el teatro seguramente no hubiéramos esperado a que terminara la función para irnos… Cuánto tiempo desperdiciado… –

(Me acerqué a su cara para robarle un primer beso, “un piquito”)

– ¡te quiero comer la boca nena! se me reparó la pija, la puta madre, ¡como me calentas!…

Estoy ansioso por llegar y mostrarte todo lo que puedo hacer por vos.-

Así te quiero, caliente y eufórico, con ganas de matarme en la cama, mmmm ¡pendejo! Qué lindo macho hay detrás de tu perfil sumiso, callejero, y con tremenda pija.

Sos una caja de sorpresas, y quiero seguir sorprendiéndome más… –

Cuando llegamos al hotel (casi corriendo) iba un paso más atrás tocándome el culo, diciéndome:

– ¡mamita! este culo está para entrarle, ¿me lo vas a entregar? Quiero ver esos cachetes comiéndose mi verga –

Depende de cómo te portes, si haces bien los “deberes” te lo doy como premio.-

Nunca hubiera imaginado que pocas horas después de conocernos “el modosito” sería capaz de hablarme como una cualquiera.

Lo insólito es que ese lenguaje tan vulgar que lo hace diferente, especial, y del cual no estoy acostumbrada fue capaz de hacerme imaginar el goce antes de gozar, y relamerme por anticipado por aquel pedazo de carne que estaba a punto de saborear….

Entramos a la habitación y ni bien se cerró la puerta me apretujó contra ella, parecía un pulpo, sentía manos por todas partes, por suerte me había puesto un vestido rojo, por encima de las rodillas, ceñido al cuerpo y con cierre en la espalda, facilitando su despojo, que de no haber sido así, creo que me lo arrancaba a pedazos.

Estaba totalmente desquiciado.

Por primera vez me comió la boca mientras dejaba caer el vestido a mis pies.

Le fui desprendiendo la camisa sin dejar de besarnos, calculando uno a uno todos sus botones.

Su boca era atrapante, de tamaño importante y de labios imponente, despertando salvajemente mi apetito sexual.

Apoyó su pesado cuerpo contra el mío y restregándose contra él hábilmente me hizo notar que una parte de su cuerpo también se había despertado.

Fue una situación extremadamente excitante, llena de erotismo y de libertinaje, no me reconocía tan eufórica. Estaba ansiosa por ser penetrada por ese “joven bohemio” que horas antes y a cambio de unas monedas me ofrecía tocar una melodía.

Se quito el pantalón y con él arrastró su prenda interior. Su cuerpo es descomunal, me gusta mucho su porte, con aspecto de machote bruto.

(Justamente era lo que necesitaba).

Aún de pie y sin movernos del lugar recorrí con ambas manos reconociendo su figura, tal cual lo haría un no vidente, empezando por su cara. Palpando su boca entre abierta, mojando mis dedos con su humedad, bajando por su cuello ancho y largo, arrastré mis manos por sus pectorales dibujando con ellas sus marcados abdominales por su cuerpo fibroso que a pesar del tiempo que no entrenaba dejaba claramente adivinar que antes lo había hecho con rigurosidad.

Levantó su rostro estilizando su cuello como un cisne, evidentemente estaba gozando de mi tacto.

Y con un dedo sobre mi tanga hacía presión sobre mis labios vaginales devorándose la delgada tela de mí ya mojada prenda. Eso me calentó mucho más, quería que me la metiera ¡YA! Pero se tomó el tiempo necesario para cada momento, haciéndome gozar como una yegua con cada uno de sus movimientos.

Luciano me había prometido una noche a puro sexo, y estaba empezando a cumplir su promesa…

Mientras continuaba estimulando mi vagina por sobre la tanga con la otra mano acariciaba mis pechos, intercalaba con lengüeteos húmedos que hacían mi piel erizar. Mis pezones se pusieron como piedra en su boca ardiente, quería sentir esos prominentes labios por cada recodito de mi cuerpo excitado.

Me tomó la mano y me guió hasta la cama, nos recostamos sobre ella y me empezó a besar, para continuar recorriendo cada una de mis curvas, deseoso de probar con sus labios el dulce sabor de mí piel.

Me hacía arquear de placer con cada succión.

Quitó mi tanga y con su pesada mano superficialmente comenzó a frotar mi sexo, haciendo que lo deseara desesperadamente…

-¡qué mojadita!

¿Estás muy excitada eh? –

¡sí, muy caliente ¡tengo muchas ganas de vos ¡pendejo!

-me volvés loco llamándome así, éste pendejo te va a coger hasta que me supliques que deje de hacerlo-

mmmmmmm síii siii que ricooooooo

Dejó de frotarme de forma superficial para hundir un par de dedos en mi empapado orificio vaginal. Fue muy excitante sentir como se deslizaban hacia el interior perdiéndose en mí humedad, para luego entrar y salir con ellos repetidamente, a la vez que con su otra mano separaba mis labios menores, dejando expuesto mi clítoris que pedía a gritos ser estimulado.

Me lo comenzó a sobar en círculos con un solo dedo; presionando y aflojando, sin dejar de penetrarme la vagina.

El sonido que salía de mi conchita se mezclaba con los primeros gemidos que comenzaban a surgir.

-uy qué ricura…quiero ver como lames tu mielcita de mis dedos.-

Inmediatamente y casi sin terminar de decir aquello, los llevo hasta mi boca, estaban chorreando de flujito.

No me quise perder su cara, ni sus gestos, cuando cerré la boca envolví sus dedos y con mi lengua moviéndose hacia un lado y hacia el otro fui lamiendo mi propia cremita.

Su pija estallaba de calentura. Sobresalía del bóxer de tan dura que la tenía.

Y mientras lamía sus dedos no pude resistir las ganas de frotarle “el paquete”, lo hice por sobre el bóxer, desde la base de sus testículos hasta la punta del glande que asomaba generosamente mojado y brillando, asfixiado por el elástico.

Aquello era irresistible, no dábamos más…

Mis ansias por sentirla en mi boca eran desesperantes, (la chupada de pija en el auto me había dejado con ganas de más) bajé hasta ella para saciar mi ansiedad pero no me lo permitió, me detuvo de inmediato.

– Shhhhhhhh momentito, ahora no, primero quiero sentir como te venís en mi mano –

“No hizo falta que me lo pidiera”

Con sus dedos entrando y saliendo vertiginosos era algo más que inminente.

Mientras palpaba en lo más profundo de mi sexo, frotaba en paralelo con vehemencia mi clítoris…

Mis jadeos se fueron agudizando de manera tal que lo sorprendí expulsando una gran cantidad de liquido similar a la orina, pero que no lo era.

“Los que desconocen lo confunden con el pis” sin saber que eso es una verdadera eyaculación femenina, y que según leí no es muy común…

(Con mi marido me ha ocurrido en varias ocasiones, en las que estuve extremadamente excitada. Claro qué en nuestros mejores tiempos).

Seguí gimiendo y entregándole hasta la última gota de aquella eyaculación…

La cual sentía correr por mi entrepierna.

Verme tan sexual, “tan perra” lo enloqueció…

-¡Me measte! ¡Que hija de puta hermosa que sos!

Nunca antes me habían meado, ¡me encantó… putita!-

¿En serio te gustó?

-¡Totalmente! me mataste, me volaste la cabeza, tengo muchísimas ganas de cogerte, pero antes te voy a “atender” a vos-

En un arrebato busqué sus labios, me los ofrendó con entusiasmo.

Envolvió mi boca con la suya y nos entregamos en un juego excitante, entre roces y frotadas de nuestras lenguas estimulando al máximo el deseo por poseernos.

Abandonó mi boca para bajar hasta mi sexo, a la vez que con sus manos palpaba mi anatomía. Desde mi cuello hasta la planta de mis pies. En un recorrido suave y sugestivo, haciendo poner mi piel de gallina.

Sin dejarme recuperar del anterior orgasmo afirmó su cara en mi entrepierna y lamió con énfasis el néctar de aquella anterior acabada. Su ritmo exacerbado logró que comenzaron a brotar nuevos fluidos…

¡Como me calienta el olor a hembra. ¡Por Diossss!

(Ese tipo de comentario son los que me hacen sentir una verdadera puta, y me encantó que me las dijera un total “desconocido”)

Aunque no dije nada, en ese momento mis ininterrumpidos jadeos fueron suficientes para que él percibiera que estaba llegando al punto máximo de excitación, y sin dejar de lametearme el clítoris me penetró primero con un dedo, luego con dos… sentía la delgada piel de mi vulva estirarse cuando sumó un tercero, (3 de él equivalen más o menos a mi mano entera ja ja “una bestia”)

Abrí mis piernas lo más que pude para recibir aquellos dedos que a esa altura me cogían sin piedad.

Ahhhhhhh ahhhhhhhh ahhhhhhhh

Más, más, más duro, ahhhhhhhhhh ahhhhhhhhhh

No podía parar de gemir…

¡Luciano! me viene, me viene el chorro de nuevo; apartateeeeee –

-¡Ni loco! ¡Acabá! quiero sentir tu líquido en mi boca –

Mi cuerpo comenzó a sacudirse, perdí el control, y no pude contenerlo, por inercia eleve mi pelvis, inevitablemente y escuchando sus ruegos expulsé “el gran chorro” sobre su rostro asombrado ante lo ocurrido.

Disfrutó embutido en mi cara recibiendo todo lo que le entregaba. Sin aminorar la estimulación en ningún momento…acabé 2 veces, una seguida de otra, no podía dejar de temblar.

Hasta que no pararon las convulsiones Luciano no retiró la cara de mi sexo. Cuando vi su rostro totalmente “enchastrado” me di cuenta que había sido muchísimo más que la vez anterior.

-¡Me mató!

Más que una perra, sos una loba.

Me volvés loco… que manera de gemir hija de perra… tengo la pija dolorida de tanta calentura-

Fui a higienizarme refrescarme, y al regresar la vista que tenía desde el baño no pudo ser mejor…

Me esperaba sobre la cama, boca arriba y acariciando su dura verga.

Me paré frente a su miembro, y me agarré las tetas con ambas manos y con un poco de esfuerzo logré alcanzarlas con mi boca, propinándome lametones que de tanto en tanto interrumpía pasando la lengua por mis labios, humedeciéndolos, mientras lo miraba con cara de “bebota” llevándome un dedo a la boca que lamia y chupaba con devoción haciéndome la idea que era su pedazo.

-Que puta divina–

¿Te gusta lo qué ves?

-Me calentás mucho, flaca, mucho –

Y vos a mí, ¡pendejo!

Envolviendo mi cuerpo con mis propios brazos a la altura de mis pechos como si me estuviera abrazando comencé acariciarme, deslizando mis manos por sobre mi piel todavía exudada, logrando que se resbalen con facilidad.

Fui recorriendo mi abdomen mientras meneaba mis caderas como si me estuviera penetrando, a esa altura Luciano se pajeaba descontrolado.

Subí una de mis piernas sobre el sillón que tenía a mi izquierda, (el mismo que fue cómplice de aquella paja mientras él dormía) al hacer esto, mis labios vaginales se abrieron dejando ver como mi conchita comenzaba a brillar con mi propia lubricación.

Introduje un dedo que se perdió con facilidad, entonces metí otro más, y me empecé a pajear con ellos.

Mi actuación lo estaba volviendo loco, sus gemidos no se hicieron rogar…

-ahhhhh cómo me hacés subir la leche ¡nena!–

mmmm ¿me la vas a dar?

-¡TODA!

Ahhhhhhhhh, ya viene, ahhhhhhh-

Fui hacia la cama y me le subí encima, en posición inversa. Relajé mi cuerpo entregándome al placer…

Mientras él comenzaba a chuparme la concha yo lamía sus huevos, pero como sabía que la llegada de su leche estaba por llegar me la metí toda en la boca, y la empecé a chupetear.

Mientras su lengua se movía inquieta dentro de mí, provocándome de inmediato un tremendo y glamoroso orgasmo.

Él, jadeaba y elevaba la pelvis cogiéndome la boca abruptamente…

-No te aguantes, entrégame todo. Quiero recibir tus fluidos una y otra vez y beberme todo lo que salga de ella-

Éramos un solo clamor, sus gemidos se mezclaban con mis jadeos, que a esa altura ya eran más que fuertes. No podía ocultar la detonación de mi ser.

En cada embestida me venían arcadas, que inundaban su verga con mi saliva.

Cuando me sentí venir aplasté la concha contra su cara y me refregué en ella, hasta que solté “el chorrito” (mas que chorrito fue un gran chorro).

Luciano estaba tan excitado que levantó su cadera e hizo presión contra mi boca perdiéndose por completo en ella, los huevos rebotaban en cada embestida contra mis labios.

-Ahhh ahhhh ahhhhhhh ahhhhhhhhh

¡Tomáaaaaaa puta, tómatela toda!-

Entregándome sus últimos temblores colmó mi boca con una gran lechada que desbordó por mis comisuras, sintiéndola correr por el cuello, los pechos, y muriendo en mi torso.

Fue una acabada magnifica.

Me tiré a su lado, exhausta. Luciano sonreía aún agitado.

-¡Fue increíble!

Mejor dicho: ¡Sos increíble!-

¡Gracias lindo!… vos estuviste estupendo.

Tenemos que brindar por este encuentro.

Llamé al conserje y le pedí que mandase un buen champagne.

Disfrutamos cada burbuja entre besos y mimos impensados.

Aquel muchachote no dejaba de sorprenderme. Lo creía tan bohemio y salvaje, que no me esperaba fuera tan suave y cariñoso. Sin lugar a dudas un lindo cóctel para una noche de sexo desenfrenado.

Bebimos la última copa sin dejar de mirarnos…

Estaba por demás “animada” aunque más bien un poco mareada, (no acostumbro a tomar alcohol), salvo en ocasiones que como esa lo ameritan.

Soy toda tuya esta noche. Quiero ser “tu puta”.

Haceme lo que quieras pendejo.

Estaba entregada al muchachito desalineado.

Luciano había despertado en mí la pasión.

(Deseaba aprovechar esa noche al máximo qué no acabase nunca)

-¿Todo, todo, lo que yo quiera?-

GUAU! mujer me tenés al palo todo el tiempo…-

¿Qué parte no entendiste? ¡Todo! es todo

– Sentate en el borde de la cama. ¡Así! en la orilla está perfecto. Ahora tirá tu cuerpo hacía atrás, que tus piernas queden colgando, y levántalas.-

Luciano se arrodilló en el suelo, sobre una de las almohadas y quedó contra el borde de la cama a escasos centímetros de mi palpitante y húmeda vagina

Tomó mis piernas y las colocó por sobre sus hombros. Las empezó a besar desde los tobillos, subiendo poco a poco hasta llegar a la entrepierna, si hay algo que me “puede” es que me acaricien y estimulen la cara interna de los muslos.

Hacen mi cuerpo retozar de placer.

Percatándose de la miel de mi sexo fue en busca de ella, introduciendo sus dedos para cosecharla.

Se los llevó a la boca y los lamió con ganas, para luego retirar los dedos para introducir la boca; abarcando toda mi concha, y succionando como si quisiera devorarla.

De golpe se quedó inmóvil. No entendía lo que estaba pasando…

– ¡uy! no tengo forros. ¡Bajo a comprar! –

Bueno ¡bebé, te espero!

Al cabo de unos minutos estuvo de regreso.

Vertiginoso como pocos, se lo notaba alterado, eufórico, “altamente excitado”.

Con mis piernas en alto y abiertas me la metió hasta el fondo, entró apretada, se sentía más gruesa de lo que parecía.

A esa altura los dos estábamos extremadamente calientes.

En las primeras embestidas me cogió suave, y cuando la calentura se hizo inmanejable empezó a cogerme más fuerte, con movimientos firmes y penetrantes.

– Quiero deleitarme con el sonido del repiqueteo de mis bolas en tu culo –

Y vaya que las sentía… el sonido de ellas era colosal, calzaba llenándome toda.

¡Cómo gocé! mmm

Sacó su pija empapada con mis jugos y con la ayuda de las manos me solivió la cola, puso una almohada debajo dejándome un tanto suspendida en el aire, para luego pasarla totalmente embadurnada por la hendidura que latía enardecida.

Volvió deliciosamente a penetrarme y cada dos embestidas la sacaba y frotaba con ella en mi apretadito agujerito.

Luego la restregaba ejerciendo presión ayudándose con las manos, tratando de meter su glande.

¿Qué haces? ¿Estás loco?

¡No va a entrar!

– Acabo de comprarlo (mostrándome un lubricante)

Pero despacito que él mío no está preparado para un pito como el tuyo.

– ¡Tranquila! No te voy a hacer doler. ¡Disfruta!

Sin siquiera cambiar de posición, eleve un poco más las piernas para dejar la cola bien alta; y así hacer más fácil la penetración…

Tomó el gel y colocó una generosa cantidad en mi.ano palpitante.

Con movimientos delicados hizo entrar lentamente la puntita de un dedo hasta que de a poco fue entrando por completo.

Me relamía de placer sabiendo lo qué me esperaba…

Juntó dos dedos y los introdujo, al principio sentí un poco de dolor, porque le costó entrar, pero una vez que lo consiguió los comenzó a mover hacia afuera y hacia adentro, sin sacarlos del todo… Cada tanto los giraba. Me dolía, pero tan caliente…

La presión de éstos haciendo lugar estiraba la delicada piel del recto provocando una sensación de ardor placentero…

Se inclinó un poco, y me empezó a pasar la lengua a lo ancho y largo de mi concha; rozaba con ella sus propios dedos.

Al compás de sus movimientos yo meneaba mi cadera buscando que se perdieran en mi profundidad….

Con los dos orificios llenos perdí la razón.”Caí inmersa en un océano de placer absoluto”.

¡Pendejo! quiero que me cojas el culo. ¡Ahora mismo! llénamelo con tu pija –

– ¡Lady! sus deseos son órdenes para mí.

Deseaba que me lo pidieras así… con ganas, desesperada por sentir mi verga.

Me acomodó más cerca de la orilla y llevó mis piernas hacia atrás, tocando mi pecho. Me las sostuve con mis manos dejando expuesta toda mi intimidad.

¡Mi cuerpo mendigaba ser explorado en plenitud! Y mi orificio palpitaba de la exuberante calentura que tenía.

(Era demencial lo que ese muchachote me provocaba)

Apoyó su glande y resbalando en el producto trató de penetrarme.

La posición me permitía visualizar como manipulaba su tranca, haciendo más excitante la situación.

Su pija era apretada y devorada por el hoyo que él muy bien había sabido dilatar.

Sentía cómo se engrosaba a medida que iba abriendo camino a su paso.

Una vez que logró llenarme el orificio con buena parte de su trozo se mantuvo quieto permitiendo que las ceñidas paredes del ano se adaptaran a su huésped.

(Fue sorprendente a pesar de mi estrechez y poco usado canal como logró alojarlo)

Cuando lo creyó relajado comenzó a moverse lento, suave, sugestivo, disfrutando en cada movimiento.

Sentir y ver cómo era penetrada analmente por aquel vagabundo fue sensacional, e insuperable.

Después me dio vuelta, y me puso a cuatro patas para seguir dándome sin piedad…

Poco a poco las embestidas fueron incrementando de forma desaforada. Sus huevos golpeaban en mi hinchada, roja y destrozada concha, haciendo el tan característico sonido que aumentaba aun más la excitación de ambos.

Mis gemidos se parecían a los aullidos de una loba apareada por su macho.salvaje.

Pero Luciano no era menos que yo, jadeaba transformando sus gestos de manera que hasta el día de hoy están grabados en mi mente.

Con mi mano derecha busqué acelerar el orgasmo agitando ferviente el clítoris, a medida que sentía la entrega de su simiente daba mis últimos alaridos sin importarme que me pudieran escuchar desde el hall del hotel.

Apoyado sobre mí espalda, exhausto, exhalaba a borbotones. Se quedó así, inamovible tratando de reponerse; mientras mis pulsaciones y latidos mermaban lentamente y mis rodillas comenzaban a flaquear, quedando extendida por completo.

Se bajó dejándose caer torpemente a mi lado mientras alardeaba de su posesión…

– ¡Qué buena cogida de culo te pegué!

Estoy liquidado; decía con cara de ganador sonriendo mientras se quitaba el profiláctico.

Lo sacudió para que yo viese la tremenda cantidad de leche que le había sacado.

¡Nene! me destrozaste la concha y el culo como nadie antes…

A lo que él agrega dejando caer al piso el forro.

– Qué lástima que no vivís acá. Me encantaría poder cogerte todos los días.

¡Pendejo! me hacés estremecer de sólo pensarlo…

Me giró, y tomándome el mentón antes de pararse en busca del baño me estampó un beso arrollador.

Me quedé mirando su desnudez; lindo por donde se lo mire, fresco, rozagante con ese cuerpo imponente… y me hice la pregunta que cambió mi vida para siempre: ¿qué mierda hago yo al lado del viejo de mi marido pudiendo estar con alguien así?

Mientras “Lu” se duchaba yo no podía parar de pensar…

Luciano me calentaba mucho como para no volverlo a ver más.

Fue entonces que una idea me iluminó la mente.

Convencerlo de que viaje conmigo, bancarlo el tiempo que sea necesario mientras se busca algún trabajo digno.

Al salir de la ducha se tiró en la cama me subió sobre su cuerpo y me abrazó tan fuerte que me hacia doler…

Sin imaginarse lo que yo estaba ideando dice:- ahora que te encontré no quiero dejarte ir… te quiero toda para mí.

Ahí nomás le conté mi plan.

No necesité convencerlo, sin dudarlo me dijo: con probar no pierdo nada, en cambio si me quedo te pierdo a vos…

Me lo comí a besos. Y volvimos a hacer el amor; no tan salvajemente como las anteriores, esa vez fue diferente, se podría decir que fue más pasional, con sentimientos.

Estaba feliz de saber que vendría conmigo. No me importaba el resultado de mi locura. Estaba dispuesta a enfrentar lo que pudiera acontecer, lo único que quería era tenerlo cerca para poder gozar cada vez que mi cuerpo tuviera sed de él.

Mientras yo acudí a la reunión motivo por el cual había viajado a Buenos Aires; él fue por sus pocas pertenencias, y sin más motivos para quedarnos emprendimos viaje de regreso a mi ciudad.

En el camino hice una llamada que resolvió prontamente su estadía.

La llamé a Lorena(mi amiga). Y le expliqué la situación, yo sé que no hubiese sido necesario, pero como buenas amigas que somos no quise ocultárselo.

Llegamos allá, lo dejé en un café mientras fui a mi casa por las llaves del departamento de esta pareja amiga que desde hace algunos meses por razones laborales se encuentran en Londres, y soy yo la encargada de hacer que no se note la ausencia de sus ocupantes.

Por suerte Sergio estaba en el juzgado, y los chicos en el colegio.

Tomé las llaves rápidamente y fui en búsqueda de mi conquista…

El departamento estaba listo para habitarse, yo misma llevo cada semana a la señora que trabaja en casa para asear el lugar.

Nos pegamos una ducha ahí mismo para sacarnos el cansancio de las casi 6 horas de viaje. Situación que Luciano no dejó pasar; y me cogió a su antojo bajo la ducha.

Me despedí prometiéndole que al día siguiente regresaba, le dejé plata para que se comprara algo para comer y me fui a mi casa para cumplir con mi rol de madre y esposa.

Por más de un mes y cada vez que podía me escapaba para estar con Lu, siempre encontraba alguna razón para ausentarme varias horas sin que desconfiaran de mí.

En casa teníamos trabajando al señor de mantenimiento con cama adentro. Sólo que él estaba en el departamento pegado al quincho.

Este buen hombre de 68 años llevaba mucho tiempo trabajando para mi familia.

Un día se descompuso, y falleció en la misma ambulancia que lo trasladaba hacia la clínica privada de la cuál mi esposo es uno de los dueños.

Sin dejar de lamentarme por la pérdida de Pedro automáticamente una idea iluminó mi mente.

Y desde entonces Luciano ocupa su lugar…

Hace unos días que en la intimidad del cuarto marital, entre otras cosas mi marido me dijo estar conforme con el nuevo empleado, haciendo el comentario de que lo encuentra MUY aplicado.

Y vaya si lo es…

De esta forma lo tengo cada vez que lo deseo, y sin tener que salir a buscar afuera lo que no tengo en casa…

Sexo con Amor sin comparación

Publicado en

Tu boca entre abierta, tu lengua húmeda, en busca de la mía… la encuentra…
Juntas entretejen los más dulces y sabrosos besos. Lames y besas mi cara recordándome que eres mi dueño, “mi hombre” el único que puede poseerme.

Tu cuerpo fornido, excelso  acoplándose al mío, se reconocen, se desean, se buscan, se encuentran…

Tu virilidad erguida me apabulla, me delira…

Mis manos lo acarician, lo masturban siento como se engrosa con mis estimulaciones. Unas pequeñas gotas de jugo preseminal hacen de lubricante, mis dedos se resbalan, tu pene late y mi boca se desespera.

Mis labios bajan, mi lengua lo explora, lo seduce, lo incita, lo recorre, lo saborea mmmmm
y poco a poco se va perdiendo en mi boca.  Entra profundo, late en mi garganta, roza  la tráquea, me atragantas… hago arcadas y te retuerces de placer.

No dejas de mirar, gozas exacerbado viendo como llenas mi boca con tu miembro lujurioso. Lo sacas y  lo manipulas enérgico contra mis labios, das pequeños golpecitos  sobre mi boca abierta. Comienzan a chorrear  hilos  de saliva, no los dejas caer, lo levantas con tu glande y lo comienzas a desparramar por toda mi cara.

Ya no me aguanto, lo quiero tener dentro de mí ser.  Te miro, te beso, te sonrió picara, ya me conoces, sabes a lo que voy. Te gusta, te excita sobremanera vérmelo hacer…

Lo tomo con ambas manos, sosteniendo tu mirada, apoyo la punta del pene en mis labios vaginales, “están empapados, hambrientos”, deseosos de recibirte. Empujo suave, sin prisa, muerdo mi boca, disfruto.

Entrego el mando, me dejo llevar…

Comienzas  a deslizarte por mi sexo. Siento como entra cada centímetro de tu hombría; convirtiéndome en tu presa, como una estaca va penetrando sin tregua mi cuerpo jadeante.

Tus  grandes manos aferradas sobre mis nalgas hacen presión en cada embestida, arrancando mis gemidos más profundos, sostienes  mi cuerpo que no para de vibrar.
Tus jadeos se mezclan con los míos, el olor a sexo nos envuelve, tus piernas tiemblan, tu cara se transforma.

Estallamos de placer, nuestros orgasmos sincronizan de manera audaz. Me besas, me miras, me dices cuanto me amas. Te quedas inmóvil dentro de mi cuerpo, lo disfrutas, lo disfruto, sabiéndonos el uno del otro nos quedamos dormidos hasta el amanecer.